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The Walking dead



Dicen que los equipos suelen ser el reflejo de sus entrenadores, y más que nunca ayer el Celta lo fue, al menos en apariencia. Al equipo celeste, como a la mayoría de los equipos de Primera División. no se le puede exigir ganar en el Bernabéu, ni tan siquiera empatar. No descubrimos nada al realizar esta afirmación, pero al menos es exigible que tu equipo muestre señales de vida, incluso en un partido en el que lo más lógico fue perder. 

Y eso no pasó ayer en el Santiago Bernabéu. El Celta salió con la habitual tendencia defensiva a la que nos tiene acostumbrados, pero con la incapacidad de defender. El Real Madrid ni siquiera necesitó jugar un buen partido para golear con facilidad a los vigueses. Daba la sensación de que si hubiesen necesitado marcar 8 goles, lo habrían conseguido con relativa facilidad y sin sufrimiento. 

Esa sensación de muerto viviente se ha hecho patente en los últimos encuentros. El golazo de Miingueza ante el Almería tapó otro partido bochornoso de los pupilos de Rafa Benítez, que en pleno mes de marzo sigue siendo incapaz de dar con la tecla para cambiar la situación del equipo. Puede que la plantilla tenga limitaciones, que las tiene, pero ha pasado un mercado en el que hubo opciones de cambiar ciertas cosas, y seguramente no se ha hecho. 

La insistencia en mantener a Rafa Benítez al frente del banquillo ha sido un error, y quizás ya hemos superado el punto de no retorno. Quedan 10 jornadas para el final y probablemente ya es tarde para rectificar. Estamos pagando la inexperiencia de una presidenta que ha vivido durante muchos años la precipitación de su padre a la hora de cambiar de técnico, y cree que hacer todo lo contrario puede ser la receta adecuada, pero cada situación requiere medidas diferentes. 

El proyecto de Benítez hace tiempo demostró estar acabado. Desconocemos hasta qué punto puede influir el costoso finiquito del preparador madrileño, que desde luego parece no estar dispuesto a renunciar al pastel y presentar una dimisión que le honraría como técnico. Ahora nos enfrentamos a una complicada situación, mucho más después de la victoria del Cádiz, en la que vagaremos como zombis hasta el final de la temporada, confiando en que aparezca una cura milagrosa que nos devuelva a la vida. 

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LaLiga es otra cosa


Foto: Rafa Babot / Getty Images

Jailson vivió ante el Amorebieta en la Copa del Rey su debut como jugador del Celta. El mediocentro brasileño demostró que puede jugar como central, rindió bien e incluso marcó un gol. Fue el debut soñado para todo jugador que da el salto a un fútbol más competitivo, y que sin duda le vendrá de maravilla para su confianza, y para que la afición empiece a ver con otros ojos a un jugador cuyo fichaje despertó mucho recelo por el rendimiento ofrecido en los últimos años en Brasil. 

Una semana después de aquel partido, y de forma un tanto sorprendente, Rafa Benítez apostó por él de inicio ante el Mallorca, en un partido decisivo en la lucha por la permanencia. Para darle cabida en el once incluso varió el esquema, pasando a jugar con tres centrales.  Y fue ayer precisamente donde Jailson confirmó que LaLiga es una cosa muy diferente a la Copa. O al menos que los equipos de Primera poco o nada tienen que ver con los de Segunda División. 

Jailson es un futbolista veterano, que conoce bien el juego y no está exento de calidad. No es un mal jugador, ni mucho menos, pero en Primera División no puedes conceder ni medio segundo al rival porque te penaliza. Fue lo que le pasó en el gol de Larin, que le ganó la partida con una maniobra de engaño que no pudo intuir el brasileño, que recordamos no es central, aunque pueda jugar y se defienda en esa posición. 

Larin fue una pesadilla para él en todo el partido. En la segunda parte le ganó otra acción en el centro del campo y acabó plantándose ante Guaita tras ganar en velocidad a Unai Núñez. El meta valenciano acudió al rescate con una excelente mano al palo corto para evitar el que podía ser el tanto de la victoria mallorquinista. 

Pero no está bien destacar solo lo negativo. Jailson tuvo intervenciones acertadas, y se defendió bastante bien teniendo en cuenta el desafío que supuso debutar en una de las mejores ligas del mundo en su posición secundaria. Con tiempo y la necesaria adaptación puede aportar al equipo, y convertirse en un acierto del club. Será el fútbol quien dicte sentencia, y de momento se ha ganado, como mínimo, el beneficio de la duda. 

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Marián Mouriño, el dilema entre alejarse o perpetuar el mouriñismo


Foto: RC Celta

En su presentación como nueva presidenta del Celta, Marián Mouriño insistió una y otra vez en separarse de lo que ha sido su padre para el club. A pesar de que elogió el legado que deja Carlos Mouriño, dejó claro que el club necesita una ruptura total con el pasado para seguir avanzando. Prometió cambios en la relación con la afición, incluso no desdeñó un acercamiento a Abel Caballero, la creación de un equipo de fútbol femenino que sí es posible, e incluso su querencia por una figura más tradicional del director deportivo. 

¿Pero será cambiar todo para que nada cambie?. La planificación de este verano no ha diferido mucho de otras anteriores, y ahí ya tenía un peso decisivo Marián Mouriño, como ella mismo confirmó esta mañana.  En los próximos meses tendrá que demostrar que no es la continuidad del mouriñismo, aunque ojo, tiene margen para empeorar lo ofrecido por su predecesor. 

Ha insistido en que Galicia Sports 360, que ella misma dirige, es fundamental para el crecimiento del club. Y es posible que así sea, pero el problema de base es que el club decidió ejecutar las obras para la ciudad deportiva sin tener asegurados los terrenos sobre los que quiere construir todo el proyecto. Es un fallo enorme de planificación, a la espera de que las instituciones realicen los embargos correspondientes, sin importar mucho el impacto ecológico. 

Pretende cambiar también la relación el club con la prensa y la afición, creando la figura de varios portavoces que puedan hablar sobre sus determinadas áreas a lo largo de la temporada. Hasta ahora todo quedaba en manos de Carlos Mouriño, que era la única figura que hablaba, al margen del director deportivo, cuando existía tal cargo. Y todos coincidiremos en que Carlos Mouriño ganaba bastante cuánto menos aparecía delante de los medios. En ese sentido, da la sensación de que Marián Mouriño tiene una habilidad oratoria superior a la de su progenitor, pero se agradece igualmente que se diversifiquen las apariciones de los respectivos directos y responsables del club. 

La nueva presidenta insistió en maximizar la parcela deportiva, dando por sentado que hasta ahora no se hacía. Veremos cuál es el plan que prometió presentar en un par de meses, imaginamos que tras el cierre del mercado de fichajes. Su padre pasará a la historia por mantener al equipo durante muchos años en Primera División, pero también por tardar cinco años en ascender  tras su primer descenso, y por desperdiciar al mejor futbolista de la historia luchando por la permanencia, además de un conformismo en ciertas declaraciones que segaba la ilusión del celtismo, como cuando dijo que le hacía más ilusión el ascenso del filial que ganar la Europa League. 

Alejarse de ese tipo de declaraciones será la mejor receta para la nueva presidenta, que hoy, con una sonrisa rutilante, repitió en varias ocasiones que el Celta se va a salvar con Rafa Benítez, e incluso vaticinó un 2-0 para el partido del sábado ante el Granada. El optimismo siempre es un buen aliado, aunque es evidente que esas declaraciones son carne de hemeroteca si no se dan el resultado que todos esperamos. 

Como cualquier mandatario Marián Mouriño merece un tiempo para analizar y valorar su trabajo. Hasta la fecha no es muy ilusionante, pero será precisamente el tiempo quien dicte sentencia. 

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El experimento de la esperanza


Foto: Octavio Passos / Getty Images

En la década de los años 20 del pasado siglo el Doctor Curt Richter realizó un experimento en la Universidad de Harvard con ratas de campo recién capturadas. Los indefensos animales se introducían en un barreño de agua cuyas paredes lisas no les permitían salir. A los quince minutos de comenzar a nadar, agotadas y desconcertadas acaban muriendo presas del stress.

Según otros estudios, las ratas de campo pueden nadar hasta 80 horas seguidas sin parar antes de ahogarse, por lo que la causa de la muerte no era el cansancio físico sino el miedo mortal ante una situación sin salida.

Sin embargo en el experimento introdujeron una variante. Justo un minuto antes de que sucumbieran las retiraban del barreño, las secaban, las dejaban descansar y las introducían de nuevo para un segundo turno, en el que de media alcanzaban los 20 minutos. La confianza y la esperanza de que alguien las salvara les dio la fuerza necesaria para seguir nadando. En el séptimo turno llegaron a nadar durante 60 horas consecutivas. 

Es muy probable que el desconcertado lector que ha llegado hasta aquí crea que se ha equivocado de web. Efectivamente esto sigue siendo MoiCeleste, y de lo que estamos hablando es del valor de la mente en la consecución de un objetivo. Las ratas no morían por cansancio físico, morían paralizadas por el miedo. Cuando adquirieron la confianza suficiente fueron capaces de hacer cosas impensables. 

La fe mueve montañas, y eso es precisamente de lo que adolece este Celta. En condiciones normales el partido de ayer acabaría con una victoria relativamente fácil para el Celta. Con un hombre más y 60 minutos por delante, los once jugadores del Celta se mirarían con la seguridad de que alguno de sus compañeros vendría a rescatarlos, con la esperanza de que acertarían el siguiente pase, que serían certeros en el siguiente disparo. Y sino en el más próximo, en el otro, pero los goles llegarían. Primero el del empate y luego los siguientes. 

Ayer sus ojos decían lo contrario, y sus piernas actuaban en consecuencia. Lo sucedido anoche en Balaídos solo se explica desde una alarmante falta de confianza. Más bien al contrario, de la seguridad de que volverían a decepcionar a la afición, como lo han hecho en prácticamente todos los partidos. Y ojo, el comportamiento del celtismo está siendo el mejor que se recuerda en muchos años. Ni un reproche, ni un ápice de presión al equipo, soportando de forma estoica innumerables pases fallidos, despejes que se convierten en asistencias para el rival, y tiros tan inocentes como las pobres ratas de campo usadas para experimentar. 

La plantilla del Celta ha entrado en una complicada vorágine derrotista. Un círculo vicioso en el que es fácil entrar pero no tanto salir. Obviamente la situación a la que se ha llegado también se puede explicar desde un punto de vista más técnico, pero en el fútbol, como en la vida, la confianza es una parte importantísima del camino que tenemos que recorrer para alcanzar nuestros objetivos. Y el Celta la ha perdido por completo. 

Si Benítez, o el que sea, es capaz de resolver este problema, habrá dado un paso importantísimo hacia la salvación. Por argumentos futbolísticos el Celta puede encontrar a tres equipos peores en este año del centenario. Lo que no parece tan sencillo es que aparezcan tres equipos más débiles a nivel mental que el actual Celta. Y eso es preocupante, pero una vez hecho el diagnóstico se puede actuar sobre el mal. 

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No queremos descender, pero nos van a bajar


Foto: RC Celta

Vaya por delante, y aquí lo hemos dicho en múltiples ocasiones, que los errores arbitrales no deben ocultar los graves errores de planificación de la plantilla. La aparente desidia a la hora de confeccionar el equipo para el año del centenario ha llevado al equipo, en gran medida, a la situación en la que está, pero las decisiones de los colegiados y las intervenciones del VAR ahondan todavía más en la herida de un equipo que tras 12 jornadas tiene pinta de moribundo. 

Decía Carlos Mouriño en marzo que a Gabri Veiga "no lo queremos vender, pero nos lo van a comprar", y si le pusieran un micrófono ahora podría afirmar con la misma seguridad que "no queremos descender, pero nos van a bajar". Porque es lo que parece. Lejos de conspiranoias, la actitud de los árbitros y del VAR, en suma, del colectivo arbitral, está siendo lo más escandaloso en muchos años. Llega a tal punto que hasta la prensa madrileña, normalmente más pendiente de su ombligo madridista, se ha hecho eco de las injustas decisiones que han afectado al Celta en los últimos tiempos. 

Cómo tiene que ser de escandaloso para que hasta en Madrid se hayan enterado. A estas alturas queda claro que no es una papeleta que se pueda resolver con el tan manido "unas veces te dan y otras te quitan". En el caso del Celta, unas veces le quitan y otras le dan, pero en el sentido más burdo de la frase. Perdonen las formas, pero es lo que muchos pensaron cuando se conoció la designación de Prieto Iglesias para el VAR, un colegiado que ya intervino, con poco éxito,  en los partidos ante Mallorca y Las Palmas. 

En el caso del choque ante el Mallorca anuló el tanto dado por válido por el colegiado, sin una imagen que demostrase un error claro y manifiesto del colegiado. A falta de tecnología de gol, Prieto Iglesias tiró de ojímetro, y aunque no es concluyente que el balón traspasase la línea de gol, tampoco hay una imagen suficientemente clara para demostrar lo contrario. Otro tanto de lo mismo en Las Palmas, cuando obligó a ir al pobre Alberola Rojas, que repetía en el campo una y otra vez que "no hay nadie" a revisar al VAR por un agarrón  mutuo entre Douvikas y un defensor. Hoy lo mismo sirvió para enviar a Hernández Hernández a revisar en el monitor el penalti que acababa de señalar. 

La jugada no genera ningún tipo de dudas. Puede haberlas en torno a la señalización, aunque a la vista de las repeticiones parece claro que Jesús Navas agarra al delantero griego. El error es revisar esa jugada en el VAR, porque no está en las normas de uso de esta herramienta. No se aprecia un error claro y manifiesto, porque como mínimo, la jugada arroja muchas dudas. Por lo tanto no debería ser anulado el penalti. Otra cosa es que ese penalti se hubiese transformado en gol, pero debió ejecutarse. 

Son tantos los errores que está sufriendo el Celta este año que acabamos antes dando la lista de los partidos en los que no fue perjudicado, porque de lo contrario nuestros lectores apartarían la vista mascullando entre dientes "mucho texto". 

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El volantazo que sacó al Celta de la carretera


Foto: Alex Caparrós / Getty Images

El Celta optó este verano por dar un giro radical en su política de contratación de entrenadores. Desde el último ascenso a Primera División la apuesta siempre fue por técnicos que no tenían experiencia en la máxima categoría del fútbol español, con dos excepciones forzadas por la necesidad: En la Temporada 2012-13 fichó a Abel Resino para intentar salvar al equipo, e hizo lo propio seis años después con Fran Escribá. 

El resto de técnicos que llegaron al Celta durante esta etapa debutaron en Primera División de la mano del Celta: Luis Enrique, Berizzo, Unzué, Antonio Mohamed, Cardoso, Óscar García, Coudet y Carvalhal.  Por eso la llegada de Rafa Benítez fue tan sorprendente. No encajaba para nada en la línea de fichajes del Celta por varios motivos. Uno por su contrastada experiencia en la máxima categoría, que incluso llegó a ganar en dos ocasiones, además de su paso por los equipos más grandes del fútbol europeo. 

Pero el volantazo no solo tuvo que ver con su experiencia, sino con su libreto. Durante todos estos años los técnicos que han llegado al Celta se han caracterizado por un tipo de juego bastante cercano. Cada uno con sus características, pero siempre apostando por la posesión, el control del juego y la búsqueda de la portería contraria como principal objetivo. Una vez más con las mismas excepciones: Abel Resino y Fran Escribá, por motivos clasificatorios. 

Al margen queda Antonio Mohamed, un técnico que en sus inicios jugaba 4-3-3, con presión y salida Lavolpiana, pero que se fue transformando hacia una versión mucho más bilardista. Eso sí, cuando llegó a Vigo le pidieron que volviera a sus inicios, y aunque en su primera rueda de prensa prometió hacerlo nunca llegó a plasmarlo sobre el terreno de juego. Sorprende que un club de la categoría del Celta pudiera cometer semejante fallo de scouting. Si es que lo hubo, y simplemente bastó lo que a alguien le sonaba de su experiencia en el fútbol mexicano. 

Volvamos a Rafa Benítez. El Celta realizó una apuesta total por el técnico madrileño. Le hizo un contrato de tres años, aunque seguramente tenga el viejo truco de dos + uno, le dio un salario importante, acorde con su currículum, y en Casa Celta pensaron que con eso sería suficiente. La desastrosa planificación de las últimas temporadas, siempre dependiente de las apariciones divinas de Iago Aspas, ha ido mermando al equipo, por lo que lo le están pidiendo a Benítez desde la directiva es algo más que un milagro. 

Es muy respetable que un equipo apueste por un técnico resultadista. Muchos equipos lo hacen y a veces da resultados. El problema es cuando no es así. Si no llegan los resultados, como es este caso, y el juego del equipo no acompaña, el vacío que queda es enorme. No hay manera de taparlo por muchos errores arbitrales en nuestra contra que contabilicemos. Ayer el Celta sufrió un arbitraje lamentable, pero el fútbol desplegado no merecía absolutamente nada. Y no es la primera vez que pasa. En temporadas anteriores, con resultados nunca tan malos, pero igualmente mejorables, al menos nos quedaba la sensación de que el equipo nos divertía, unas veces más que otras, pero la intención era evidente. 

Este equipo no tiene intención alguna. Juega a esperar que pasen los 90 minutos sin nada más que ofrecer que orden y trabajo defensivo. El gran problema para Benítez es que el equipo no está hecho para eso y sufre mucho. Por eso cuando llegan los últimos minutos y los rivales aprietan de verdad para mejorar su resultado, acaban llegando goles. Hay quien dice que eso es mala suerte, pero como comentó ayer Kevin al final del encuentro, la suerte hay que buscarla. Y al igual que la suerte se busca, también la mala fortuna se puede buscar dando volantazos sin sentido. 

Siempre decimos que queda mucha temporada por delante, y ojalá Benítez sea capaz de reconducir al equipo y evitar un descenso en el año del centenario. Sería la peor manera de celebrarlo. En los últimos años el celtismo ya se conforma con la permanencia. Nos han educado para eso, para ser conformistas y celebrar como un éxito seguir un año más en Primera con el único objetivo de volver a mantenernos. A día de hoy, viendo como está el equipo, sería para celebrarlo. Una permanencia y volver a comenzar la rueda otra vez con el mismo objetivo. Y si nos quejamos es que no tenemos los pies en la tierra, que no somos conscientes de lo que somos. Y sí, realmente lo somos. Sabemos que somos el undécimo equipo en la historia de LaLiga, y estamos en una posición similar en cuanto a presupuesto. ¿De verdad que salvarnos agónicamente es lo que somos?. 

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Que cumpla su sueño


Foto: Octavio Passos / Getty Images

Hasta las peores historias nos dejan momentos de épica. Algo así debió pensar anoche el celtismo cuando vio como la gran estrella del futuro, Gabri Veiga, salvaba al equipo con un doblete. Añadimos cierta heroicidad al hecho, aunque la realidad es que incluso perdiendo el Celta hubiese mantenido la categoría. Pero ese es otro tema. Los goles de Gabri Veiga nos dieron la tranquilidad necesaria para no depender de nada más. 

En un año tan extraño, con un final de temporada tan frustrante, deja cierto poso de satisfacción el epílogo. Ver a Gabri marcar y romper a llorar, ver su nerviosismo en el banquillo nos hacía tener cierta empatía con uno de los nuestros. Habitualmente cuesta sentirse identificado con un futbolista, casi siempre tan alejados de la realidad, tan distantes de la afición. Con Gabri Veiga resulta facilísimo porque es como nosotros, porque es uno más. Como Iago Aspas. 

El celtismo lleva años enfrentándose a la inevitable realidad de que algún día Iago Aspas se acabará. Ese día todavía no ha llegado. Cuando la espalda le de tregua volverá a hacernos vibrar, pero es importante pensar en ese futuro en el que ya no estará, y que, obviamente, cada día es más cercano. 

Y en medio de esa incógnita nos encontramos con la aparición de Gabri Veiga, y la sensación de que él era el indicado para tomar el relevo. Un futbolista que como Iago Aspas siente los colores como nadie. Que lleva el escudo tatuado en el alma, y es terriblemente duro pensar que el de ayer pudo ser su último partido con la camiseta celeste. 

Y esa impotencia que siente el celtismo ante la dejadez del club a la hora de intentar renovarle. "No lo queremos vender, pero nos lo van a comprar". Esa fue la frase de Carlos Mouriño, que unos días más tarde, lejos de corregir, recomendaba a la afición que disfrutase de Gabri lo que quedaba de temporada. Ni eso pudimos hacer. 

Cuando fue sustituido la afición clamó: "Gabri si, Mouriño no". Que tome nota al que le corresponda. El club tiene que hacer una propuesta honesta al jugador, por la cantidad que se pueda permitir pagarle, sin hacer excesos que hipotequen el futuro. Si Gabri no la acepta, y estaría en su derecho porque puede cobrar más en cualquiera de los equipos que le siguen, nadie se lo reprocharía, pero lo que no perdonaríamos jamás es no intentarlo, porque sabemos que el jugador quiere seguir. Démosle la oportunidad de cumplir su sueño. Sea cual sea. 

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Ese jugador del que usted me habla


Foto: RC Celta

El Celta vivió ayer uno de los días más tristes en su historia reciente con la salida de Denis Suárez, y no por la marcha de un futbolista importante en los últimos años, celtista hasta la médula y dispuesto a finalizar su carrera defendiendo el escudo que siente. No es ese el motivo, porque esto son cosas que han pasado y que seguirán pasando. 

Nos referimos a la escasa solemnidad en el comunicado del club para anunciar su marcha. Ha sido triste, feo y canalla. La realidad es que el anuncio de su despedida ha sido exactamente igual que el de Santi Mina, poniendo a la misma altura la terrible afrenta de Denis Suárez a Carlos Mouriño, con un agresor sexual juzgado y condenado, siguiendo la línea de la lamentable e incendiaria rueda de prensa de Mouriño del pasado verano, en la que ponía a la misma altura a los dos jugadores, pero haciendo especial hincapié en el "traidor" de Denis Suárez. 

"El RC Celta y el RCD Espanyol de Barcelona cerraron hoy un acuerdo para que Denis Suárez juegue en el conjunto barcelonés lo que resta de temporada 2022/2023." Un comunicado telegramático como despedida para un futbolista que ayudó al Celta en un momento muy delicado con su venta al Manchester City, y que regresó a Vigo rebajando parte de su salario en un esfuerzo común, ya que a pesar de esta rebaja seguía siendo uno de los más importantes del equipo. 

Un comunicado que recuerda a aquel Mariano Rajoy, acorralado por la corrupción, balbuceando ante las preguntas de la prensa y refiriéndose a Bárcenas como "ese señor del que usted me habla", con la diferencia de que el Bárcenas de esta historia no ha sido juzgado, pero si condenado por un señor que ha ido coleccionando enemigos a lo largo de sus años como presidente del club, sin ganar absolutamente nada con ello. 

La lista de agraviados en los últimos años es grande. Desde Radoja, Jonny, Sergi Gómez, David Costas y otros futbolistas cuyo trato por parte del club ha dejado mucho que desear, y cuyos chantajes no han evitado el miedo del club a que un jugador se vaya gratis, o que no acepte salir si no se cuenta con él. Lo único que ha conseguido es sonrojar al celtismo y ganarse enemigos en el mundo del fútbol. 

¿Pero hasta qué punto controla Carlos Mouriño los comunicados del club?. No lo podemos asegurar, pero lo que está claro es que el modus operandi del Celta en este y otros asuntos ha dejado bastante que desear en los últimos años. Recordemos que tras la marcha de Orellana en el mes de enero de 2017, el Celta eliminó sus goles en los vídeos recordatorios que emitía en los partidos de la Europa League, en los que se podían ver todos los goles de la temporada en esa competición, menos los que había marcado el chileno. Algo tan absurdo como dejar una silla libre para no sentarse al lado de Abel Caballero. Fin de la cita. 


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No lo vendas, Mouriño


Foto: EFE

Gabri Veiga está sorprendiendo a propios y extraños con el rendimiento que está ofreciendo y el crecimiento que demuestra en cada partido. El celtismo asiste sorprendido a la eclosión de un jugador que apunta muy alto, quizás tan alto como el que más entre los canteranos que han surgido en los últimos años de la prolífica cantera celeste. 

El club lleva años trabajando muy bien en las categorías inferiores, y ya hace tiempo que se nota, aunque lamentablemente pocos acaban triunfando de forma continuada en el primer equipo. Las mejores ventas del club, algo de lo que se presume en la planta noble de Príncipe, han sido de canteranos, con alguna honrosa excepción como Nolito, Lobotka o Maxi Gómez. El resto han sido futbolistas formados en A Madroa, que se han ido por cifras más o menos millonarias. 

En su momento las ventas de Joselu, Rodrigo o Denis Suárez sirvieron como salvavidas literal para el club. Un poco más adelante el traspaso de Iago Aspas dejó la deuda prácticamente a cero, con el club saneado para crecer en los siguientes años.  Pero esas no fueron las últimas ventas de canteranos: Santi Mina, Pape Cheikh, Borja Iglesias, todos por una tarifa plana en torno a los 10 millones de euros. El último, y quizás una de las ventas más dolorosas, fue la de Brais Méndez, por 14 millones a la Real Sociedad. Una de las mejores inversiones en la historia reciente del club txuri-urdin. 

La idea siempre es la de realizar estas ventas para fichar a otros jugadores por un importe menor, con la intención de que mejoren la plantilla y se revaloricen para una posterior venta. Pero ahí es necesario que entre en juego el acierto, y el pasado verano no ha sucedido. Al menos a corto plazo, que el fútbol siempre da segundas oportunidades, pero la sensación es que el Celta ha perdido a un futbolista de la casa, que aportaba mucho en el campo, para traer a otros jugadores que hasta la fecha no han mejorado lo que había. 

Pero volvamos a Gabri Veiga, y a la extraordinaria primera parte que se marcó ayer en el Martínez Valero. Gran parte del mérito también es de Carvalhal, que le ha encontrado una posición en la que todo su fútbol adquiere una dimensión extraordinaria. Partiendo como interior por la banda derecha entraba como cuchillo en la mantequilla ante la zozobra de la defensa ilicitana. Participó en el primer gol y pudo marcar al menos dos, y mejorando en alguna toma de decisión pudo ofrecer un gol a Iago Aspas. 

Lo increíble de Gabri Veiga es que viéndolo jugar nadie diría que tiene 20 años y que lleva apenas media temporada en la élite. Se ha instalado, ya no solo como uno de los mejores jugadores del Celta, sino como uno de los más destacados del campeonato. Y verlo crecer en cada partido llena de orgullo a la afición celeste. 

Pero al mismo tiempo, y viendo cómo ha actuado el club en los últimos años, es inevitable temer por su futuro y echar cuentas de cuánto tiempo podremos disfrutarlo en Vigo. Si lo vemos desde un punto de vista objetivo es algo lógico, pero a la vez descorazonador. ¿Merece la pena ilusionarse por los jóvenes que vienen de abajo si pensamos que a poco que destaquen serán traspasados para fichar en su lugar a otros que no ilusionan?. ¿El fallo es vender a los canteranos o no acertar en los fichajes?. ¿Si los jugadores que llegasen mejorasen al equipo, perdonaríamos estas ventas?. 

Son preguntas que surgen y que el celtismo se hace. A mí particularmente me gusta mucho lo que está haciendo el club con la cantera, el protagonismo que le da y los frutos que salen de A Madroa, pero me gustaría que eso tuviese un reflejo más importante en el primer equipo. Que un futbolista formado en el Celta acabe triunfando en el primer equipo y juegue durante muchos años. Esa conexión que tiene Gabri Veiga con el Celta es difícil encontrarla en otros futbolistas. Tener más Aspas, no solo por su calidad, que es algo muy difícil, sino por su implicación con los colores, es algo que debería marcar la diferencia con otros clubes. 

Aquí tenemos la materia prima. Y realmente eso es lo más complicado. Surgen talentos constantemente, pero da la sensación de que no sabemos sacar partido a ese gran trabajo. Si echamos un vistazo a la clasificación del Zarra vemos que los cuatro primeros clasificados son canteranos del Celta, pero solo uno de ellos juega en el equipo. Y yo tengo la sensación, a lo mejor equivocada, de que Aspas está en Vigo porque él quiere, y que el club estaría encantado de haberlo vendido por 30 millones hace tres o cuatro temporadas. 

Y esa misma sensación la tengo cuando veo jugar a Gabri Veiga a este nivel. Y yo, que soy un mero aficionado, que no tengo ni idea de gestionar un club de fútbol, solo quiere verlo durante muchos años vistiendo de celeste, y heredar el 10 de Iago Aspas. Verlo ganar algún que otro Manuel de Castro, y que, de su mano, el equipo crezca y aspire a hacer un buen papel en la Copa y volver a jugar competiciones europeas. Esa ilusión vale más que 30 millones de euros, pero claro, Galicia Sport 360 no se paga solo. 

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El éxito de la cartera



Carlos Mouriño ha dado esta mañana una curiosa explicación a la bajada en la presencia de canteranos en la primera plantilla. Primero se refirió a la “baja irregular” de dos canteranos, en referencia a Denis Suárez y Santi Mina, por los motivos ya explicados el pasado jueves. 

También habló de la salida de Brais Méndez, que definió como un éxito para la cantera: “Él consideraba que se tenía que ir, nosotros considerábamos que la cantera del Celta estaría muy bien representada jugando fuera. Es otro ejemplo del éxito de la cantera a nivel nacional”, señaló Mouriño, pero en esta última frase le traicionó el subconsciente, y el presidente, que no es un dechado del discurso, dijo “otro ejemplo más del éxito de la cartera”. Un error que no pasó desapercibido para los internautas. 

Más allá del gazapo, lo cierto que es el error refleja realmente lo importante de la operación. La cartera sale ganando, pero si la ilusión de formar canteranos y que lleguen al primer equipo es traspasarlos por cantidades millonarias para “representar a la cantera a nivel nacional”, igual deberíamos replantearnos lo que estamos haciendo. 

Hace poco más de un año a Mouriño se le llenaba la boca hablando de la cantidad de canteranos que había en el equipo. A él y a todos los aficionados, que se sentían orgullosos de ver a tanto chico de la casa, y agradecidos con el club por el trabajo en formación y la apuesta. Ahora, que el viento sopla en contra, nos dicen que el éxito es que nos representen en otros equipos. Entiendo que el club deba justificar la salida de Brais. Entiendo también los motivos, pero me cuesta creer que la motivación del club por formar chicos sea esa. Si es así, yo me bajo del barco de la cantera. 

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El Celta se queda sin relevo generacional en la cantera


Foto: AFP

Desde que llegó a la presidencia del Celta, Carlos Mouriño siempre manifestó públicamente su deseo de que el vigués fuese un club de cantera. La apuesta fue clara en su presentación como nuevo mandatario, aunque las obras apuntaron hacia otros escenarios en sus primeros años. Incluso tras el descenso de 2007, lejos de dar protagonismo a la cantera, el club se embarcó en fichajes que seguían apuntando al mismo sitio que había apuntado Horacio Gómez durante su mandato. 

Incluso un año después, con el club inmerso en un proceso concursal y sin muchos recursos económicos, optó por fichajes de medio pelo que no solo no hicieron crecer al equipo, sino que lo condenaron casi a un descenso, evitado de forma milagrosa por un chico que venía apuntando grandes maneras pero que apenas había tenido minutos en la temporada anterior en un partido intrascendente. 

Pero incluso esa salvación de Iago Aspas tuvo mucho que ver con el inquilino del banquillo, Eusebio Sacristán, auténtico adalid del trabajo con la cantera en el Celta. De la mano del técnico castellano subieron muchos futbolistas al primer equipo, y algunos incluso fueron traspasados en momentos en los que la economía era auténticamente de guerra. 

El club entonces varió su rumbo y empezó a darse cuenta del valor de la cantera, que apoyó durante muchos años. En el verano de 2019 regresaron a Vigo canteranos que se habían ido por distintas circunstancias. Santi Mina y Denis Suárez a la cabeza, que junto al emergente Brais Méndez se convirtieron en el relevo generacional de Hugo Mallo y Iago Aspas. El futuro estaba asegurado con esos tres jugadores que reemplazarían algún día a los dos veteranos futbolistas. 

Tres años después ninguno de ellos está en el club. Bueno, en realidad dos si que lo están, pero de forma casi testimonial, y un tercero, Brais Méndez se acaba de ir a la Real Sociedad por 15 millones de euros. A Denis Suárez le puso Carlos Mouriño la cruz cuando el Real Madrid le birló a un alevín. Culpa a la agencia de la que es accionista el jugador. Da igual que sea cierto o no. A Florentino Pérez le perdonó. A Denis aún no. 

El tercero en discordia es Santi Mina, quien durante las tres últimas campañas compartió delantera con Iago Aspas. El vigués está pagando un lamentable error del pasado, que le ha costado una condena de cuatro años por abuso sexual. El club ya lo ha apartado y no volverá a jugar de celeste. El club sabía que tenía un juicio pendiente cuando lo fichó en 2019, pero confió en que su dinero le evitase males mayores. No siempre es así. 

Así pues nos encontramos con un vacío generacional enorme, apenas cubierto por Rubén Blanco, renovado hasta 2027, pero que según muchas informaciones busca una salida en forma de cesión, algo que el futbolista contradijo en las declaraciones tras la firma de su ampliación de contrato. Nos queda Rubén como único representante de esa generación que debería suplir a los Aspas y Hugo Mallo.  Los siguientes son los Gabri Veiga y Miguel Rodríguez, en una fase todavía muy prematura.  Ahora tenemos un proyecto diferente, ni mejor ni peor, el tiempo lo dirá, pero el de cantera era más bonito. 
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Campions do Excel


Non hai tantos anos metinme nunha sala de reunións co director comercial dunha tecnolóxica galega bastante coñecida. Un mal tipo, Pero de bo porte, elegante, peinadiño con Patrico ou gomina perfumada, con canas tipo 'fuckmature', de airecillo interesante, traxe de Armani impoluto e zapatiños de charol. E ao cabo, o meu xefe. Daquela reunión (tensa e dura onde nos chamamos de todo, menos guapos) lembro varias cousas mencionables aquí. Unha, que el mesmo recoñecía ser un completo ignorante tecnolóxico, 'de computadores, moi pouco, só sei acendelos... non me interesan'. Olé os seus collóns!. Mandaba carallo a afirmación sendo director comercial dunha empresa tecnolóxica. E a segunda frase deste señorial interfecto ilustrado era que o que realmente "lle motivaba" e " o poñía palote '' era "unha folla de excel de balances positivos".

O Excel coma parafilia. E eu con estes pelos...

A verdade: non puiden evitar imaxinarme a aquel homiño realizando un acto de onanismo no baño de directivos, bufando de placer e extasiado mentres mantiña unha excel na man dereita. E por culpa de DefConDos e a súa canción ' Pánico a una muerte ridícula', na miña visualización engadín unha bolsa de plástico naquela cachola repeiteada. Co cal recoñezo que houbo un momento no que estivo a piques de escaparme unha risotada épica.

Sabía que existía este tipo de xente. Anormais aos que un balance positivo de contas estimúlalle a dopamina, a testosterona ou outras cousas que non vou mencionar aquí. Pero era a primeira vez que me atopaba cun cara a cara. E a verdade é que foi en grao sumo interesante. Como el mesmo dixo, do mundo tecnolóxico da nosa empresa nada " lle interesaba". Gustáballe basicamente o Excel con moitos números en verde.
É o resultado dunha vida triste centrada en cousas tristes.

Extrapolándoo ao Celta... o mesmo: temos no Celta unha directiva e a un máximo responsable da mesma que deben de ser do mesmo credo relixioso "A santa hermandade do Excel cos numeriños en verde" . Entendo e comparto a idea dunha coherencia na xestión económica que evite problemas e sustos. Mesmo estou de acordo a que o máximo accionista recolla beneficios, pero iso sen deixar de lado - como é evidente que se fixo - o espírito da competición. Xa non é estar supeditado o tema deportivo o económico. E que o tema deportivo xa non existe: e unha conta de resultados. Un asiento contable. Non hai unha planificación deportiva para competir. E unha planificación pensada para especular, para revalorizar, para plusvalidar, para obter 45 puntos, e outro ano a facturar.

A perda do ADN de competición neste equipo xa non é algo alarmante... é simplemente inaudíto. Converteron o núcleo deste equipo nunha especie de maionesa onde xuntarons balance económico, permanencia, dereitos televisivos, advenedismo politico e especulación.

E iso, señores da directiva, é o que fixo que o Celtismo estea tan baixo de acólitos en xeral como cando case nos imos a segunda B. Balaidos perde case 8000 afeccionados, as cotas de compra de partidos nas plataformas dixitais están no nivel máis baixo desde o ultimo ascenso e o divorcio bancada - directiva é evidente. Non parece que a resolución a este conflito vaia a ser fácil. Como dixen unha vez, o tempo de Carlos Mouriño á fronte da entidade caducou. O seu tempo está vencido. Para él é só outra empresa do seu grupo accionarial. E non o digo eu, díxoó el. As nosas glorias deportivas estanse a ver moi claras. Esta directiva pode presumir disto: somos campións do mundo do Excel ... con numeriños verdes. Maravilloso, oiga. A ilusión, se tal, para outro día.
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Balaídos habló: Denis 1 - Mouriño 0


    Foto: Octavio Passos / Getty Images

Salvo rectificación de Carlos Mouriño, el de hoy ha sido el penúltimo partido de Denis Suárez en Balaídos con la camiseta del Celta.  El salcedano ha crecido enormemente esta temporada y el partido de este sábado no fue una excepción. Desde el primer minuto se le vio implicadísimo, y regaló dos asistencias en los dos primeros goles. 

La primera tras una gran combinación con otro talento puro como el de Brais Méndez, y la segunda encontrando la colaboración necesaria de Aspas para transformar un pase que otros futbolistas ni tan siquiera pueden llegar a imaginar. Talento en estado puro al servicio del equipo. 

Y Balaídos lo tuvo claro. Desde el principio animó al canterano con diversas proclamas para que se quedase, o cánticos en los que se coreaba su nombre. Pero además, durante diversas fases del partido llegó a escucharse de forma bastante clara en el estadio el novedoso “Denis si, Mouriño no”, con algunos silbidos de desaprobación para dicho cántico, pero en general seguido por una parte importante del estadio. 

Una situación que no es nueva para Mouriño, a quien ya se le cantó algo así en la despedida de Berizzo. El preparador argentino no siguió en el club, y el presidente, que cumplió la mayoría de edad hace tiempo, protagonizó un bochornoso espectáculo en la presentación del equipo unas semanas después rechazando el micrófono para dirigirse a la afición. 

Y algo parecido es lo que volverá a pasar en esta ocasión. Mouriño no cambiará de opinión, porque no suele hacerlo, por mucho que los motivos para amenazar a Denis con ir a la grada si no se va sean insuficientes. Una vez que ha tomado la decisión es difícil que recule, y el resultado es que el Celta, su equipo, perdón, una de las empresas de su grupo empresarial, perderá a un futbolista que no podrá reemplazar por las limitaciones económicas. Y después de Denis seguirán yéndose niños al Madrid, al Barcelona, e incluso al Wolverhampton. 


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El negacionista de la tierra de nadie


Foto: Octavio Passos/Getty Images

El negacionismo está más de moda que nunca. Hay quien niega la existencia del covid, quien niega la eficacia de las vacunas contra esta enfermedad, los que niegan que el hombre haya pisado la luna, los que niegan el holocausto nazi, e incluso quien niega que la tierra sea redonda. Hay para todos los gustos, y las teorías de la conspiración son tan respetables como dantescas. 

Ayer Eduardo Coudet se sumó a la lista de negacionistas, refiriéndose en este caso a la “tierra de nadie”, esa expresión que se usa en el fútbol para referirse a aquellos equipos que ni están cerca del descenso ni cerca de objetivos ambiciosos. 

El preparador argentino no conocía la expresión. La escuchó por primera vez antes de la rueda de prensa tras el Celta - Levante. Le tuvieron que explicar a qué se referían, y a Coudet no le gustó. Y hace bien, añado. El negacionismo siempre se asocia a algo negativo, pero en este caso es muy necesario. 

Es cierto que el empate cosechado ayer por el Celta complica notablemente la lucha por las plazas europeas. De hecho, hasta hace poco nadie se lo planteaba, pero una racha de buenos resultados hizo que aflorase la ilusión. No necesitamos mucho para ello, por cierto. Por otro lado, a pesar de la frustración por el empate, el equipo suma otro punto que le permite alcanzar los 32 y observar la lucha por la permanencia con cierta distancia. 

Pero no está nada cerrado.  Ni la salvación ni las opciones europeas. Todo está abierto, y por eso hace bien Coudet en ser negacionista. No le gusta la tierra de nadie, ni la expresión, y mucho menos referida a su equipo El Celta no bajará nunca los brazos mientras Coudet esté al frente. Luego los resultados irán poniendo a cada uno en su sitio, pero no será fácil convencerlo para dejar de luchar. 

Porque esa expresión lo que esconde realmente es eso, una invitación a la relajación, a observar las últimas jornadas con la tranquilidad de que nada nos afecta. Es lo último que le puede pasar a este equipo, entre otras cosas porque con 32 puntos nadie se ha salvado. Quedan otros 39 en juego y hay que pelearlos como el Celta los ha peleado hasta ahora. Yo tampoco creo en la tierra de nadie. No existe. 

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Año nuevo, decepción nueva



Ya han pasado unas horas después de la eliminación copera del Celta ante el Atlético Baleares. Horas necesarias para rumiar una nueva decepción, que se une a las de las dos pasadas ediciones, en aquella ocasión con Mirandés e Ibiza como rivales. 

Soy un gran admirador de la nueva Copa del Rey, que deja espacio para que se produzcan sorpresas como las de ayer en el Estadi Balear, aunque me gustaría que no siempre le tocase al Celta. Pero la Copa no es la responsable, ni tan siquiera los rivales, que ponen todo su empeño e ilusión por seguir avanzando rondas en una competición que les da un protagonismo que el sistema de ligas les niega. 

Desde hace unos años el Celta se ha generado una dependencia extrema de Iago Aspas, que si bien en los últimos tiempos parecía haberse paliado en parte, sigue quedando en evidencia cuando vemos a un equipo sin alma deambular por el Estadi Balear. Y sí, es cierto que las circunstancias en las que llegó el equipo no eran las mejores, pero tampoco lo eran el pasado domingo ante el Betis y la imagen del equipo fue radicalmente diferente. 

¿Cuál es la diferencia?. Es evidente que la motivación no era la misma. Al final del partido sí que veía en la cara de los futbolista la magnitud del desastre generado. Vimos desesperación en varios jugadores que veían como, una vez más, se escapaba un tren que puede transportar más ilusión que ningún otro. 

Es tal el hastío del equipo con la Copa que incluso se traslada a la afición, generando en muchos la percepción de que es una competición que estorba, que no sirve, que provoca más molestias que beneficios. Es un error. En los últimos años pocas competiciones nos han dado tantas alegrías como la Copa. Faltó rematarlas, pero hemos disfrutado enormemente con las gestas de nuestro equipo. Claro que para eliminar a los grandes y plantarse en las rondas finales, primero hay que cumplir el expediente de eliminar a equipos dos categorías más abajo. Y para evitar estas decepciones hay que tomarse totalmente en serio la competición desde el primer partido hasta el último. Si es que interesa, claro. 

Y sí, llegarán victorias en La Liga, volveremos a disfrutar, y nos olvidaremos de este partido. Y sí, sé que lo que importa es la liga, no es necesario el recordatorio, pero, ¿De verdad no es posible apostar algún año por la Copa?.  El Celta jamás debería olvidar que el objeto de su fundación fue poder competir con los equipos vascos, catalanes y madrileños en la Copa. Por eso Fortuna y Sporting unieron sus fuerzas, cansados de caer en los cuartos y semifinales de esta competición, e incluso en la gran final, como le sucedió al Vigo, antes de fusionarse con el Sporting, en 1908. Ese, y no otro, fue el motivo de la fusión de los que por entonces eran los dos mejores equipos de Galicia. Respetemos los deseos de nuestros fundadores. 

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El sustituto


Foto: Óscar Vázquez/La Voz de Galicia

Pendientes del tiempo de recuperación de Iago Aspas, cuya lesión coincide con la convalecencia de Thiago Galhardo, el Celta cuenta ahora mismo con un único delantero puro en su plantilla, Santi Mina. Todo un problema para Eduardo Coudet, en cuyo sistema siempre actúan dos delanteros. 

Una situación parecida a la de la pasada temporada, también con una planificación de plantilla bastante mejorable, se vio en una situación similar con la lesión de Aspas por estas mismas fechas. El delantero moañés fue ausencia durante varios encuentros, y su lugar fue ocupado por Brais Méndez. 

Aspas se lesionó ante el Real Madrid el día 2 de enero, y se perdió las jornadas 18,19 y 20. Como viene siendo habitual cuando falta el moañés, el Celta no logró ganar ninguno de estos partidos, solo empató uno, ante el Eibar en casa, con gol de Brais Méndez, que fue el encargado de hacer olvidar al Príncipe de las Bateas. 

Todo apunta a que este año, a expensas de la recuperación de Galhardo, el de Mos será el encargado de suplir a Aspas de nuevo. Ya lo hizo ayer, colocándose en su demarcación, aunque con mucha libertad, algo similar por otro lado a lo que suele hacer Aspas en cada partido. 

Brais no anotó ningún gol, aunque estuvo a punto de hacerlo con un remate sublime de chilena que detuvo bien Cillesen. Este viernes, en caso de que no se recupere Thiago Galhardo, tendrá la primera prueba en Mallorca, un campo con un recuerdo horrible de la última visita celeste, en la que cayó goleado iniciando una debacle que casi le cuesta la categoría en la Temporada 2019-20. 

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Felipe Miñambres y el solomillo



Felipe Miñambres convirtió la rueda de prensa post mercado de fichajes en un aluvión de metáforas para explicar la situación económica que estaba atravesando el club. En una de ellas, bastante rancia por cierto, el bueno de Felipe se dirigía a una carnicería por encargo de su mujer, quien le había facilitado 10 euros para comprar solomillo. 

Con esa metáfora trataba de explicar que era imposible fichar mejor de lo que lo había hecho el Celta en el mercado de verano, aludiendo a la crisis que azota el país, la importante bajada de ingresos, y todas esas cosas que hemos oido repetidas veces durante este preocupante periodo de nuestras vidas. 

Pero si la situación del director deportivo celeste era preocupante, mucho más lo es cuando vemos que el Celta presentará en sus cuentas un beneficio de 10,7 millones de euros. Muy similar al del curso anterior, y una cantidad que muchos equipos quisieran. Dicha cantidad no irá destinada al equipo de fútbol, sino para la reserva voluntaria, que ya acumula unos cuantos millones de euros. 

El pobre Felipe acudió a comprar solomillo sin dinero, y se trajo fiambre y lo que pudo, cuando tal vez le podría haber dado para ese solomillo. Y desde fuera, sin conocer con exactitud las cuentas y necesidades del club, cabe preguntarse cuál es la finalidad de tener un centro comercial para poder competir con garantías con el Eibar, aludiendo al ejemplo puesto por Mouriño en su momento. Si en lugar de generar beneficios de 10 se generan de 15, ¿también irán a la reserva voluntaria?. ¿Tendrá algún día Felipe para solomillo?. 

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O Quebracabezas


Foto: Ricardo Grobas/Faro de Vigo

Terminou a pantomima. Non era sen tempo. 


Como as pezas dun quebracabezas alienadas nun bordo, distanciados por unha peza faltante. Xa o dicía Fish cando encabezaba Marillion na súa mellor época. 

O Twitter ardía a iso das dez da noite. Cuñados que cantaban fichaxes inexistentes, xornalistas  estupefactos que parecían veciños dunha  corrala madrileña contando chismes,  dimes e  diretes.  Cabreo por parroquias e por milleiros… E como éxtase final chegaron as doce e a  incredulidade xeral. E ninguén daba crédito. Non só non se trouxeron reforzos (pedidos públicamente polo adestrador e referendados pola presidencia en Twitter) se non que se debilitou ao equipo cunha saída de alguén que nin sequera debutou en competición ligueira. O mesmo que se supoñía viña cubrir unha das carencias do equipo. Constatación en xeral de que aquí se fan moitas cousas confiando na bondade do destino. Ou confiando no poder máxico da flor no cu de Aspas. Ou no calibre dos seus  retículos  procreativos. 

Un auténtico despropósito. Un sainete. Unha comedia. Puro ridículo.

O mercado de fichaxes de onte deixou claras tres consecuencias evidentes  que non son cuestións de opinión. 

A primeira, o Celta fará case toda a primeira volta a posición de dianteiro centro confiando en Aspas ... e en Mina.   Sen comentarios.
A segunda: O equipo técnico e a directiva non parecen manter o mesmo criterio. Non parecen traballar no mesmo sitio. É máis, non parecen estar na mesma competición.
A terceira: A esta afección mentíuselle. Tratóuselle como a unha afección inmatura e con incapacidade de razoamento. Como a un neno tutelado ao que é mellor non contar certos sucesos. 

En definitiva: Perdéusenos o respecto.

E esa é a conclusión. Hai un  alienamiento entre a directiva do Celta e o afeccionado. Vivimos realidades completamente diferentes. O devandito antes… a peza que falta no crebacabezas. Non hai un proxecto en se mesmo.  Non se pensa no fútbol, nin o equipo, nin na xente  indentificada co mesmo. Iso é unha escusa. 

Pénsase, como veño repetindo desde hai tempo, noutra cousa. 

Repito:perdéusenos o respecto. Algo sacro entre clube e siareiros que aquí só parece unha variable. E dá moito a sensación de que hai grandes doses de indiferenza. Porque precisamente iso é o peor.  Que ninguén de Casa Celta parece interesado en explicar nada. Porque entende que non ten por qué facelo.  

O escurantismo que é norma de estilo no Celta está a levarse por diante algo que esta directiva non pode comprar nin restaurar facilmente: a confianza. O afeccionado xa non confía en xeral. E dá a sensación de que non a eles non lles importa.

Quen sairá a explicar o que pasou? Quen sairá a explicar o criterio para deixar pasar a xanela de mercado sen fichaxes? Quen vai a explicarnos que criterio seguiuse para un día dicir unha cousa e ao seguinte realizar a contraria? Van insultar a intelixencia esgrimindo a escusa (que xa adianto que é mentira) de que o que se vai a potenciar é a canteira e que esas posicións collas van ser suplidas por canteiráns? Van mentir na cara dicindo que xa o tiñan pensado desde hai meses? Van ser tan  frívolos que van deixar pasar o tempo sen saír a dar unha mínima explicación? Serán capaces de ir apagar este lume acudindo ao mercado de axentes libres e logo dicir que o tiñan pensado desde o principio? Crerán que imos comulgar con esa roda de muíño?

Houbo un tempo, non fai moito, no que o afeccionado entendeu o que pasaba. Críase nun ideario de club. Un club que estaba dirixido por xente que parecía querer dar á súa afección o equipo que desexaba. Agora dá a sensación de que o afeccionado non é máis que un elemento decorativo, un mal necesario. Ata se lle perdeu o respecto. 

Pero ese tempo pasou. Chegou o momento dos  pelotazos, do 'modelo Sevilla', do 'todo vale' pola plusvalía... e deixáronnos ao carón. É dicir, reduciron ao absurdo á afección. O de onte, o da falta de comunicación, a falta de claridade e os  Twitters incumpridos.. é só a viva constatación diso. Un pequeno exercicio de desvergoña. Un máis de prepotencia. É evidente que non hai o máis mínimo intento por parte de ninguén de explicar nada. 


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Cando isto estale


Foto: Octavio Passos/Getty Images

Confésoo: Sempre escribo con música. É unha estratexia que uso desde hai anos. E se algún seguiu os meus textos comprobará que moitos deles teñen nomes de cancións. E hoxe, despois do partido de Pamplona, non foi unha excepción. E por iso este artigo leva tamén o título dunha canción que agora mesmo ecoa dentro da miña cabeza. Para quen coñeza a  'Delafé y las Flores Azules' o titulo  pode darlle unha bonita pista de por onde van os tiros hoxe. Se non os coñecen, espero que isto tamén sirva como escusa.

Ó meollo: O Celta ten un problema. Pero non é un problema deportivo. É un problema de concepción. De grave concepción de como debe ser un equipo profesional. Do que é un equipo. Para que existe. Para que loita. Do que un equipo debe expor ante os seus siareiros.  O problema indicado da concepción é precisamente o espírito  coa que parte este proxecto e os anteriores tres  enxendros de proxecto. Non é un proxecto competitivo. É, simplemente, un proxecto  sustentado nun paradigma ou un axioma: viabilidade económica. O resto non importa .. ou non demasiado.

E dicir: Un  Frankestein.

A priori ninguén estaría en desacordo en que o económico debe vixiarse atentamente. Pero cando todo, absolutamente todo, está supeditado a isto;  ou mais ben cando isto serve como escusa para limitar todo incluída a faceta competitiva un decátase de que isto xa non é fútbol: é outra cousa.  Perdemos tanto a identidade que a xente ve  languidecer aos poucos o equipo cara a un destino inevitable sen inmutarse. Sen abafo. Sen présa. Sen ver cambios. Este proxecto de club xa non apaixona a ninguén. Porque tres anos de agonías non o aguanta xa nin o mais frío. En casa Celta teñen moi claro algunhas liñas de traballo: A preguiza salvoulles moitas veces dos outros seis pecados capitais. Para eles o mellor club que poden ofrecer á súa afección é isto. Non hai a mais mínima intención de mellorar. O importante, mais que o club, máis que vostedes ou eu, é a  excel do balance.

E os erros son os de sempre e repetidos ata a saciedade durante 6 anos: equipos incompletos, fichaxes inexplicables, falta de recursos en certas áreas do campo, falta de identidade propia, esquecemento do estilo propio. Unha vez, e outra, e outra, e outra.  Infumable.
Todo este grupo de erros repetidos, que xa parecen unha metástase dentro da entidade, teñen sempre a escusa maior do entorno económico. En aras a esta escusa – dogma- axioma- credo esconden algo que todos percibimos. Incapacidade de xerar ilusión. Incapacidade de xerar afinidade a un equipo. Incapacidade a secas. Cero creatividade na xestión. 

A tolerancia ao fracaso repetido ten o seu límite. É como o caruncho, aos poucos vai comendo calquera estrutura. A afección esta cansa. Sempre os mesmos 'erros'. E póñoo entre comiñas porque cando algo se repite constantemente no tempo non pode cualificarse como erro realmente: É pura neglixencia. Ou mala  fé. Escollan vostedes. Persoalmente nunca entendín ás persoas que senten excitación sexual ante unha  excel con resultados de balances positivos.(Créanme, este tipo de  malformad@s existen) pero é mais aterrador ver que estas persoas son as que dirixen o club dos teus amores. Iso é  sadomasoquismo. Un  bukkake de  economia liberal sobre o afeccionado.

Se no fondo, xa o dicían  Delafé y las Flores Azules: 'Volveremos ruxir xusto antes de renxer(...) /E non me atrevo a respirar polo que poida pasar / Cando isto estale”. Lembren que cando suceda.. non haberá  conta de resultados que valla. 

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Afouteza


Vivimos un momento complicado. La crisis sanitaria provocada por el Coronavirus ha dibujado un escenario difícilmente predecible hace unos meses, o incluso hace unas semanas. Las prioridades han cambiado en los últimos días para todos. En MoiCeleste estamos haciendo todo lo posible para seguir manteniendo informados y entretenidos a aquellos que lo deseen. 

No resulta fácil en estas condiciones, pero intentamos seguir manteniendo las publicaciones habituales, y os pedimos disculpas si no estamos a la altura de lo esperado. Es momento de estar unidos y apelar a la responsabilidad individual para frenar una crisis sanitaria que arrastrará consecuencias económicas muy importantes, que afectarán directamente a nuestra sociedad, además del daño a la salud de muchas personas, que es ahora lo más importante. 

El deporte siempre es refugio para evadirse de los problemas cotidianos, pero hasta eso nos ha arrebatado, al menos de forma temporal, el Covid-19. Desde aquí queremos enviaros un afectuoso saludo a todos los que estáis cumpliendo la restricción de guardar cuarentena en vuestro domicilio. También a aquellos que estáis trabajando desde casa, lo cual no es nada sencillo, y sobre todo a aquellos que tenéis que seguir yendo a vuestro lugar de trabajo extremando las precauciones. 

Y sobre todo a los que nos atendéis a diario. Por supuesto los sanitarios, que estáis realizando un trabajo encomiable, los trabajadores de tiendas y supermercados, farmacias y otros comercios que siguen prestando un servicio esencial durante esta crisis. Desde este humilde espacio, intentaremos haceros más llevadera esta crisis.  También queremos enviar un abrazo enorme para aquellas personas que han enfermado, o que están sufriendo la enfermedad o pérdida de un familiar cercano, algo que nunca tendrá reparación posible. 

Por último queremos pediros que sigáis manteniendo la cuarentena para evitar que la propagación sature los sistemas sanitarios, y podamos superar esta crisis para volver a centrarnos en esos problemas cotidianos que ahora nos parecen frívolos. Y también, por supuesto, para volver a estar de nuevo pendientes de lo que haga el Celta, de los goles de Iago Aspas, de los regates de Rafinha, los pases de Denis Suárez y las paradas de Rubén Blanco. Juntos lo conseguiremos. 
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