Seguro que a lo largo de hoy ya habéis oido hablar del Blue Monday, un término que se ha ido poniendo de moda en los últimos años y que responde a una tesis pseudocientífica según la cual el tercer lunes de enero es el día más deprimente del año.
Honestamente no tengo ni idea si existe ese blue monday, o si se puede generalizar algo así con toda la población. Lo que tengo claro es que el sky blue monday existe, que es ese día en el que te das cuenta que otra vez no ganaremos la Copa del Rey, y que el objetivo en LaLiga es una permanencia tranquila.
La semana que se cerró ayer fue una de las más duras de la temporada para la afición. El jueves por la noche el Celta fue eliminado de una competición adultera con una escándalo arbitral con el Real Madrid como casual beneficiado. Fue la despedida de una competición que siempre ilusiona al celtismo, con la impotencia de saber que todo estaba amañado y predispuesto para que el camino del Celta se acabase ahí.
Y ayer se cerró una semana horrible con una derrota en Balaídos, a las que ya no estamos acostumbrados en un partido que además fue muy malo. Claudio Giráldez lo calificó como el peor de la temporada, y seguramente no le faltaba razón. Un golpe de realidad en una temporada que estaba siendo muy buena, y que se ha enturbiado con esta desastrosa semana.
Además, este lunes vivimos con el miedo de que algún equipo se lleva a algún jugador en este mercado de fichajes, y que las opciones europeas, que ya eran pocas, se conviertan en algo peor con la zona de descenso a la vuelta de esquina. En fin, no es un día feliz para el celtismo, pero la vida más allá del Celta. Hoy pensad en otras cosas, que este lunes, fútbol al margen, no es tan deprimente.
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