Carles Pérez regresó el pasado lunes a Balaídos. El futolista catalán sigue perteneciendo al Celta, con quien tiene contrato hasta el 30 de junio de 2027, pero esta temporada juega cedido en el Getafe. Resulta curioso que, salvo omisión por mi parte, no hubo ni una sola mención al regreso del jugador a través de las redes sociales del club. Vemos como en otros casos si que se habla del reencuentro, incluso cuando el Celta visitó Butarque para medirse a Renato Tapia. La vuelta de Carles Pérez pasó totalmente inadvertida para el club.
En el campo no pasó tan desapercibido, pero realmente vimos al Carles Pérez que nos esperábamos. El catalán es un futbolista mucho más efectista que efectivo. Suele generar más miedo por lo que pueda hacer, que dolor por lo que ha hecho. Se trata de un futbolista muy estético en la conducción, dotado de una gran velocidad, y con una capacidad sorprendente de elegir malas opciones.
En la primera parte tuvo una ocasión que él mismo se generó, pero su disparo salió desviadísimo. También ese ese primer acto le cayó un balón al borde del área, pero disparó al aire sin poder conectar la volea con el balón, lo que generó una socarrona reacción por parte de la grada. En general no logró irse de ningún rival hasta una situación de verdadero peligro, pero en la última jugada puso un pase con la zurda que pudo haberse convertido en el empate a poco que Julián Álvarez hubiese fichado a última hora por el Getafe.
Afortunadamente el argentino está en Madrid, pero un poco más al norte, y Carles Pérez en Getafe. No sabemos si regresará a Vigo, aunque a día de hoy la sensación es que su vuelta ilusiona tanto como la de Benítez, por mencionar a alguien con quien no se llevó muy bien en Vigo. Tampoco en Getafe parecen estar muy contentos con su rendimiento, al menos entre la afición, porque para Bordalás generalmente es indiscutible a la hora de elaborar el once inicial. La comparación con Mason Greenwood no le beneficia, eso está claro.
Cuando se fue cedido al Getafe, el futbolista catalán escribió una carta de despedida que parecía más un adiós que un hasta luego. Se dice siempre que los futbolistas juegan donde quieren, y la sensación es que el jugador no quiere jugar más en Vigo, y tampoco da la impresión de que en el club haya dejado muy buen recuerdo. Peor incluso que a Tapia, a quien han vacilado en público y en privado. Tiene mérito.
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