Vinicius, fiel al guión de su carrera



Durante muchos años, Cristiano Ronaldo era el jugador más odiado del Real Madrid y probablemente de LaLiga. Por eso tiene tanto mérito lo que está consiguiendo Vinicius, que es casi dulcificar el recuerdo de la figura del portugués, porque es mucho más irritante de lo que era "cerresiete". 

Tiene un enorme mérito ser el jugador más odiado en todos los estadios por los que pasa, y no pierde la oportunidad de aumentar su leyenda allá por donde vaya.  Es un provocador nato que se alimenta de la polémica, de la marrullería, de los malos modos y de la protesta, impune en su caso porque le protege el escudo. 

En Vigo viene haciendo shows desde que en 2018 visitó Barreiro con el flamante Real Madrid Castillo, y fue expulsado por doble amarilla, la segunda por fingir una falta de Alende que no existió ni en su mente, pero eso no evitó que se sintiese profundamente indignado ante la decisión del colegiado, y que tuviera que entrar al terreno de juego medio banquillo del conjunto merengue para sacarlo del terreno de juego. Y se fue burlándose y enfrentándose a la afición celeste. 

Ayer, para variar, volvió a irritar a la afición céltica con sus constantes protestas, con su infantil baile después del gol, y fingiendo una agresión de Damián que el árbitro zanjó con un pequeño tirón de orejas, soportó estoicamente sus lamentos y que siga el juego. Con esa impunidad se pasea por los campos mientras falta al respeto a los colegiados, a las aficiones rivales y a sus compañeros de profesión con su comportamiento. 

El gran problema de Vinicus es que ha sido consumido por su propio personaje, y ya no tiene marcha atrás. Es como ese niño en el cole que se gana la fama de abusón y prácticamente se ve obligado a seguir pegando para cumplir con el papel que parece que le han asignado. Su papel es el de provocador, se le da bien y lo sigue haciendo, porque ya no sabe comportarse de otra manera. Es lo que todo el mundo espera de él, y actúa así. Sin más.  

Pero Balaídos estuvo a la altura. Hubo silbidos, como a cualquier rival que visita el estadio céltico, y cierta sorna coreando con un "uyyyyy" sus lanzamientos a las nubes.  Su afición debería ser la primera en cuestionarlo. Personalmente no me gustaría tener en mi equipo a un jugador así. Ya tuvimos bastante con Diego Costa aquella temporada. Pero mientras marque goles a los madridistas le vale. No pidamos fantasías. 


0 comments:

Publicar un comentario