El Celta de Giráldez vuelve al lugar donde es feliz



El factor campo, otrora tan importante, se ha convertido en los últimos años en un elemento menor a la hora de pronosticar un resultado. Aunque es cierto que los equipos de casa siguen ganando más partidos, el fútbol ha cambiado lo suficiente como para que no se den circunstancias como hace varias décadas en las que no era difícil encontrar equipos invictos como locales, y sin una sola victoria a domicilio.

El propio Celta lo ha vivido en carne propia en los últimos años, y con ello el celtismo, que acudía a Balaídos siempre con la duda de lo que pasaría, ya que el equipo era más fiable a domicilio que como local, en gran medida por la responsabilidad de tener que atacar frente a la soltura que da jugar lejos de Balaídos cuando el rival es el que tiene que llevar el peso. 

Precisamente por eso resultan tan extraños los registros del Celta desde la llegada de Claudio Giráldez al banquillo celeste. Lejos de Balaídos solo ha ganado dos partidos, uno de ellos ante el ya descendido Granada, pero en casa se ha hecho fuerte, con cinco victorias y dos empates, uno de ellos en la última jornada de la pasada temporada, totalmente intrascendente ya que ni Celta ni Valencia se jugaban nada. 

Las cifras son demoledoras: 5 victorias y 2 empates en 7 partidos. Esta misma campaña cuenta por victoria los 2 partidos que ha jugado en Balaídos, y por derrotas los que ha jugado lejos de Vigo. Causalidad o no, es un hecho que el Celta de Giráldez parece sentirse más cómodo cuando juega como local. 

Este domingo regresa LaLiga, y lo hace en Balaídos, después de quince largos días para masticar la derrota sufrida ante Osasuna, donde a diferencia del anterior partido ante el Villarreal, la imagen no ha sido bueno. Se están haciendo largos estos días, pero poco a poco va quedando menos para que el balón vuelva a rodar en Balaídos para el primer equipo, y que los pupilos de Giráldez vuelvan al lugar donde son felices. 



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