Jonathan Bamba pasó de fichaje estrella a decepción en tan solo unos meses. El futbolista costamarfileño llegó gratis a Vigo, procedente del Lille, donde había triunfado junto a Luís Campos. Sus primeros partidos parecían ofrecer lo que prometía, pero poco a poco su chispa fue apagándose, y terminó de fundirse por completo cuando se marchó durante dos meses a disputar la Copa Africana de Naciones.
A su vuelta ya nada era lo mismo, y nunca consiguió tan siquiera parecerse a lo que ofreció en las primeras jornadas, y el Celta no vería con malos ojos una venta, para recuperar parte de la inversión, incluida la prima de fichaje más un salario bastante elevado, que es precisamente lo que dificulta que algún equipo apueste por él este verano.
Mientras tanto el jugador quiere que esta sea la temporada de su redención, una reválida que de algún modo le reconcilie con la afición celeste, que quizás ahora confía menos en él que cuando se enfundó la elástica celeste por primera vez. El primer objetivo será ganarse la confianza de Claudio Giráldez. Aunque sus características pueden complicarlo, ya demostró que puede encajar en esa línea de tres atacantes, jugando fundamentalmente por la izquierda. En algún encuentro con el técnico porriñés rindió a buen nivel, y por ahí tendrá una vía para ganarse la admiración de la hinchada y justificar su salario.
Por detrás vienen pisando con mucha fuerza otros jugadores, seguramente el que más Williot Swedberg, que encaja muy bien en esa posición, también en la de Aspas, y que la pasada temporada se reveló como un goleador letal en momentos verdaderamente importantes. Consiguió eso que a Bamba tanto le costó: Ser determinante. Por juventud y proyección, el futuro parece ser suyo, y el presente de Bamba, al menos hasta la fecha, no ha sido lo esperado. Pero para eso tendrá una nueva oportunidad, una reválida a la que agarrarse.
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