Reforma Balaídos: Cuando "ni un día de retraso" se ha convertido en 10 años


Foto: Atlántico Diario

Tras la firma del convenio para la reforma de la Grada de Gol, la última pendiente de reformar en Balaídos, se pondrá fin a la reforma integral del estadio celeste, que según Abel Caballero iba a estar finalizada para el comienzo de la Temporada 2017-18, y que, en el mejor de los casos, estará finalizada para cuando arranque el curso 2027-28. 

Diez años es el retraso que, insistimos en el mejor de los casos, acumulará la reforma de un estadio que según el alcalde vigués no ha tenido ni un solo día de retraso.  Todo esto si Vigo no es elegida sede mundialista, ya que en caso de serlo vendrán más reformas, aunque en ese caso tendrán que agilizarse, salvo que Abel Caballero convenza a la FIFA para retrasar el Mundial a 2038. Yo no descarto nada a estas alturas. 

Todo empezó en 2014, cuando Faro de Vigo anunció que Celta y Concello habían llegado a un acuerdo para la reforma de Balaídos, de la que se venía hablando durante muchos años. La tan ansiado reforma pudo llegar a principios de siglo, cuando Horacio Gómez era presidente. El proyecto incluía un hotel y un centro comercial, pero fue tumbado por la negativa de Stellantis a tener tan cerca de su fábrica un aglutinador de personas en masa. 

Luego llegó otro proyecto cuando la Federación española aspiraba a albergar el Mundial 2018, que finalmente se fue a Rusia. Ahí ya estaba Carlos Mouriño en la presidencia céltica, que sería quien acordaría con Caballero la reforma integral que según el primer edil vigués estaría lista en 2017. 

Muy lejos y terriblemente antiguas parecen aquellas imágenes de la puesta simbólica dela primera piedra en el entorno de la grada de Río Bajo, cuando unos sonrientes Mouriño y Caballero, acompañados de su séquito, celebraban el acuerdo. Unos meses después al presidente céltico lo visitaron unos señores chinos, que aparecieron sin avisar por su casa, y como buen anfitrión los invitó a cenar. 

Algo debía tener aquel cerdo agridulce con el que agasajó a sus invitados, que a Mouriño le entraron las prisas y las ganas de ser propietario del estadio, algo que no es posible según Abel Caballero. Y todo saltó por los aires. La obra, bendecida por el Celta en 2014, tanto que el arquitecto fue puesto a dedo por el club vigués, pasó de ser el Guggenheim del fútbol mundial a una chapuza digna de Manolo y Benito. 

La admiración con la que Abel Caballero y sus compañeros de partidos hablaban de la reforma contrastaba con el desprecio con el que el Celta trataba la reforma. Carlos Mouriño, que insistimos había dado su visto bueno a la obra, señaló en varias ocasiones que prefería no reformar el estadio que hacerlo de ese modo.  Entre medias se produjeron circunstancias dignas de una película de los hermanos Marx: "Una tarde en el estadio", en la que las reformas se retrasaban porque miembros del Concello acudían al estadio, pero el club no les entregaba las llaves, con lo cual no podían acceder al recinto. 

Las presentaciones de las obras, alimento para los políticos, se hacían en medio de la calle, sin acceder al estadio, y sin presencia de ningún miembro del club, que ponía todas las trabas posibles para retrasar lo máximo posible las obras, como si el Concello de Vigo necesitase ayuda para eso. El fútbol se jugó a puerta cerrada durante un año y medio  a causa de la pandemia, sin que se tocase una sola piedra del estadio. 

Se dieron situaciones absolutamente ridículos, como cuando Abel Caballero, de forma unilateral, decidió que la grada de Marcador pasaría a llamarse Marcador Centenario, en homenaje a la efeméride del Celta, lo que encontró respuesta por parte del club lanzando una encuesta para nombrar a la nueva grada  de animación. A Batea, Bancada 1923, Bancada Celeste, Bancada Irmandiña, Bancada Seareiros, Esmorga, Fogar de Breogán, Fondo, Marcador Baixo,  y Marea Celeste fueron las propuestas.  Finalmente, para sorpresa de nadie, acabó llamándose Marcador Baixo. 

El pasado viernes se puso en marcha el convenio para la reforma de Gol con todos los estamentos representados, implicando a los dos partidos políticos, PSOE y PP. El primero en representación del Concello y el segundo de la Deputación, además del Celta, representado por Marián Mouriño, que ha optado por retomar las perdidas relaciones con el consistorio vigués en una acertada decisión por su parte. También acierta Caballero, que decidió hacer borrón y cuenta nueva tras una ridícula relación con Carlos Mouriño durante varios años. 

Si las obras acaban en 2027 las daremos por buenas. Los que vivimos el proceso no lo olvidaremos, y nos servirá para contar batallitas a nuestros aburridos nietos que preferirán que se lo cuente la Inteligencia Artificial con VR, 4D y Dolby Surround de turno, y alguno hasta se animará con la máquina del tiempo lanzada por Tik Tok, mientras no dan crédito a que Mouriño dejase una butaca vacía entre él y Caballero. Menos mal que el presidente Iago Aspas y el alcalde Denis Suárez tienen otro talante, pensarán. 



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