Foto: Octavio Passos / Getty Images |
Gonçalo Paciência fue noticia ayer por la entrevista concedida a Zero Zero en la que señaló que el Celta no es un club grande, y en la que se mostraba sorprendido por el ruido que hay en torno al club y los constantes comentarios que genera el equipo. Situaba al Celta a la altura del Bochum.
Estas declaraciones llegan pocos meses después de aquellas en las que Strand Larsen señalaba exactamente lo mismo respecto a la grandeza del club, al que incluso tildaba de perdedor. Aquello se resolvió con una disculpa del jugador y culpabilizando a la traducción, o a la interpretación de lo mismo. Había sido una reestructuración de la categoría del club. Circulen que aquí no hay nada que ver.
En el caso de Paciência lo tendrá más complicado. No se puede acusar a la traducción, entre otras cosas porque la entrevista está disponible y pueda verla todo el mundo, y está en portugués, un idioma en el que los errores de traducción no se pueden usar como excusa, y resulta curioso que en un lapso tan breve de tiempo, dos jugadores del Celta hablen así del club que todavía les paga.
¿Qué puede llevar a estos futbolistas a declarar estas cosas?. Perdón, que puede llevar a Paciência a declarar esto y a que el google translate manipule las declaraciones de Strand Larsen para señalar exactamente eso. Antes de nada, aclaremos que ser grande es demasiado ambiguo, y para un celtista no habrá nada más grande que el Celta, y probablemente para un chico que se ha criado en noruega sea igual de grande que para un vigués el Bochum. Lo mismo para alguien que se ha criado en Porto, al abrigo de uno de los equipos más laureados de la península ibérica, será difícil que el Celta le resulte un equipo grande.
Son declaraciones lógicas con estos antecedentes, pero la gran pregunta es si era necesario decirlo, y sobre todo: ¿Los jugadores de otros equipos similares al Celta o incluso más pequeños realizan este tipo de declaraciones?. Obviamente no estoy al tanto de todo lo que dicen todos los jugadores de Primera División, pero igual que las declaraciones de Larsen en su momento llegaron a la prensa nacional, es lógico pensar que si un jugador de otro equipo declarase algo así de su equipo, no sería difícil enterarse.
Insisto que puede haber pasado por alto alguna declaración de este estilo, pero ¿es posible que dos jugadores lo repitan en tan poco tiempo?. No parece casual, y tiene mucho que ver con lo que han vivido en el club desde su llegada. Un club que ha sembrado el entorno de conformismo para vivir más tranquilos en su propia incapacidad de hacer crecer al Celta. Llevan años intentando convencernos de que somos muy pequeños, y que estar en Primera es lo máximo a lo que podemos aspirar, tanto que una permanencia agónica ya es sinónimo de éxito.
Lo que debería vender el Celta es que la próxima temporada nos vamos a convertir en el décimo equipo con más temporadas y puntos en la historia de LaLiga, que cada temporada estamos entre el 10 y el 11 en cuanto a presupuesto, y que la masa social del equipo se sitúa en cifras similares. Que sin ser un equipo para ganar la liga, tampoco somos un equipo para celebrar la permanencia todos los años, por más que estar en Primera sea muy importante.
Llevamos años instalados en la mediocridad de nuestros dirigentes. Ahora llega Marián Mouriño, heredera de su padre, y dice que quiere cambiar la mentalidad del club y convertirlo en ganador, pero desde febrero ha puesto en el mercado a Strand Larsen con la desesperación de quien no se ve a sí mismo como un club con capacidad de crecer ni de ganar nada, más que dinero, que difícilmente veremos en el campo, sino en créditos blandos a la empresa matriz propietaria del club.
El Celta debe hacerse valer, mostrar el orgullo de lo que es, de lo que ha sido y de lo que debe ser. Tiene que convencer a sus futbolistas de que está en un equipo grande y que no es un equipo trampolín para irse a un equipo mejor. Pero no lo haremos si vendemos al primer jugador que destaca un poquito, y menos si lo vendemos a un precio bajo, mientras pagamos mucho por los que llegan.
El Celta debe comportarse como un club grande para serlo, para que todo el mundo lo crea, y cuando todos lo creamos, seguramente podamos verlo. Para nosotros no hay nada más grande que el Celta. Tenemos que convencer a los demás de que es así, y no reducir nuestro tamaño artificialmente para justificar que hagamos una fiesta por salvarnos de milagro.
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