Foto: La Opinión de Málaga |
El año del centenario no ha sido lo que todos esperábamos. Los partidos del Celta durante gran parte de la temporada han sido terribles, con alguna que otra excepción. Ni el juego ni los resultados fueron buenos durante gran parte del curso, pero en medio de la enorme decepción del primer equipo estaba el Celta Fortuna.
El filial céltico fue la luz en media de la penumbra durante gran parte de la temporada. Los aficionados celestes veíamos al Celta para sufrir y al Fortuna para disfrutar. El estilo de juego alegre, y los talentosos componentes de la plantilla nos alegraron el centenario y nos hicieron soñar con un ascenso a Segunda División, que finalmente no se produjo tras caer con todo el honor ante un histórico como el Málaga.
Desde un punto de vista objetivo, lo mejor para el Celta es tener un filial en Primera Federación. Es una categoría mejor para un segundo equipo que la de plata, que obligaría a una inversión importante y mantener en la plantilla futbolistas con menos opciones de llegar al primer equipo. Estar en Segunda no marca la diferencia para un filial, pero pocas aficiones han disfrutado tanto con el equipo B como la céltica esta temporada.
Y más allá de lo que hayamos podido disfrutar, el Celta Fortuna ha sido un caladero para el primer equipo, y ese es el principal objetivo de un filial: Formar jugadores para el equipo senior, y eso se ha conseguido con creces. Pero además de los jugadores ya asentados en el Celta, hay otros como Yoel Lago, Javi Rueda, Fer López, Javi Rodríguez, o Raúl Blanco, por mencionar algunos, que podrían hacer lo mismo en los próximos meses.
El Celta dio un giro radical a su filial en el verano de 2022. Fue en ese momento cuando se decidió "galleguizar" al club, y apostar por jugadores de la cantera. En años precedentes era un esperpento ver más canteranos en el primer equipo que en el filial. No tenía sentido ni aportaba nada al club. En ese verano la apuesta fue subir a juveniles, y que los fichajes que llegasen de fuera, en la medida de lo posible, fuesen gallegos. Así llegaron jugadores como Pablo Durán o Miguel Román, y la maravillosa generación de 2003 que ganó galones con la presencia de Claudio Giráldez como entrenador.
Otra decisión acertada. Onésimo es un buen entrenador, que obtuvo buenos resultados, pero no es el técnico ideal para un filial. La línea a seguir por el Celta debe ser la de los últimos años. Desgraciadamente ya no estará el Celta Gran Peña, al que echaremos de menos ya que muchos de los jugadores con más minutos esta temporada pasaron por ese equipo antes de llegar al filial.
En todo caso, honor para el Celta Fortuna y orgullo enorme de toda la afición celeste, que apoyó como nunca a su filial. Ayer, al final del partido, vimos imágenes duras, de futbolistas que lo han dado todo y se han quedado muy cerca de un ambicioso objetivo. Esto es un aprendizaje fantástico para ellos. Se han ganado un hueco en el fútbol profesional, y sin duda llegarán, sea en el Celta o en otro equipo.
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