Foto: LOF |
El Celta cayó derrotado anoche en Sevilla, en un partido en el que perfectamente pudo haber sacado algo positivo a poco que Carles Pérez hubiese estado un poco más acertado en tiempo de descuento. Pero más allá del resultado, el equipo de Claudio Giráldez dejó preocupantes sensaciones en la segunda mitad tras el gol del Betis, algo que el propio técnico reconoció al final del partido señalando que no gestionaron bien el 1-0.
La primera parte del Celta fue la que todos esperamos de este nuevo equipo, que busca ser protagonista con el balón, y que se defiende atacando. No es que generase grandes ocasiones, aunque si la de Strand Larsen acaba en el fondo de las mallas podría haber cambiado el rumbo del partido. O tal vez no, esto no es más que un ejercicio de fútbol-ficción, pero los detalles importan en el mundo del deporte, y especialmente en el fútbol.
Tras el descanso el Betis realizó cambios, introdujo a Bakambú y sobre todo a Fekir, y el partido cambió. Marcaron el 1-0, y a partir de ahí decepcionó bastante el Celta, incapaz de responder al golpe del equipo verdiblanco. Durante muchos minutos no pasó casi nada, lo cual es malo para el equipo que va por debajo en el marcador, y si algo tenía que pasar, la sensación es que no serían buenas noticias para los vigueses. Y no lo fueron, porque a pocos minutos para el final del encuentro anotó el 2-0 Fekir, que en aquel momento parecía dejar sentenciado el partido.
El Benito Villamarín, con ganas de feria de abril, empezó a festejar un triunfo que parecía un hecho, pero fue entonces cuando el Celta reaccionó. Pudo marcar por medio de Allende, lo hizo unos minutos después por medio de Strand Larsen, y tuvo el empate en tiempo de descuento. Por centímetros no repitió lo que logró hace ahora un año en Sevilla ante el eterno rival del Betis. Pero esta vez la moneda no salió cara.
Es el primer resbalón del nuevo Celta de Giráldez. Insisto, más allá del resultado final, los minutos posteriores al tanto del Betis supuso una pequeña decepción, pero es de valorar la reacción final, y también que el equipo manejó el partido durante los primeros 45 minutos ante un equipo que siempre busca tener el control de los partidos. Y ese mérito no se le puede quitar al Celta.
No debe entenderse esto como una crítica a Claudio Giráldez, que ha conseguido en muy poco tiempo que el equipo sea totalmente reconocible, y que su idea de juego se plasme casi a la perfección sobre el terreno de juego. Solo falta redondear esa idea durante los 90 minutos para que el equipo tenga más opciones en los partidos que restan para el final de la temporada.
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