Foto: RC Celta |
El mouriñismo vive unos meses de interesantes contradicciones. La llegada de Marián Mouriño parecía apostar por el continuismo, pero nada más lejos de la realidad. Desde su llegada al club, la nueva presidenta ha hecho una enmienda a la totalidad de la gestión de su padre, ahora consagrado como Presidente de Honor del club.
Marián Mouriño ha roto con prácticamente todo el pasado reciente del club. Esto no es garantía de que el cambio sea a mejor, pero es evidente que la nueva jerarca, que conocía bien los entresijos del club, era consciente de que había muchas cosas que mejorar. Y eso es lo que está intentando. De momento ha relevado o se han marchado todos los cargos importantes del club. Ya no está Antonio Chaves, ni María José Herbón. Ha renovado por completo el Consejo de Administración, y también ha cambiado al director deportivo por uno de su confianza.
Aunque parezca que sigue siendo el mismo club, ha cambiado por completo. Y no solo los nombres, sino también a nivel de actitud. Ayer conocimos que se habían reiniciado las relaciones entre el Celta y Denis Suárez a través de la Fundación del salcedano. Esto no significa que vaya a volver al club como jugador, esa época da la sensación de estar más que enterrada, pero sí demuestra que el talante de Marián, al menos de momento, no tiene nada que ver con el de su progenitor. Por fortuna, me permito añadir.
La recuperación de las relaciones con Denis Suárez se suman al acercamiento con el alcalde de la ciudad, el socialista Abel Caballero, a quien Carlos Mouriño había dejado apartado en el palco con una butaca vacía entre ambos. Otra medida inteligente de la nueva presidenta que entiende, a diferencia de su padre, la importancia de las buenas relaciones entre dos instituciones tan importantes.
Falta por ver si todo esto se queda solo en actos vacíos, o realmente supone un cambio de rumbo de la entidad, que sigue teniendo frentes abiertos, como el proyecto G360, y el impacto ambiental. Marián no lo tiene fácil para corregir los errores de su padre. Uno de los más importantes es lanzarse a construir la primera fase de la Ciudad Deportiva sin tener cerrados los terrenos para la segunda y tercera fase. Parece que ya pueden construir parte de la segunda, pero la tercera sigue estando en el aire, pendiente de que el gobierno de la Xunta de Galicia eche un capote a una empresa privada. Siempre de forma totalmente desinteresada, por supuesto.
Olvidar ese proyecto y buscar una alternativa sería el golpe de timón decisivo para que Marián Mouriño se alejase de forma definitiva de la forma de gestionar un club de su predecesor. Cuanto más lejos de su padre, mejor para el Celta. Ahora tiene por delante un reto más que interesante. La llegada de Claudio Giráldez y la apuesta por la cantera puede rejuvenecer el proyecto del club a corto y medio plazo. Ser capaz de construir un equipo sobre estos cimientos será una gran prueba de fuego para la presidenta. Ojalá la pase con nota.
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