Foto: Octavio Passos / Getty Images |
El paso de Luis Enrique por el Celta estuvo marcado por una clara diferenciación entre la primera y la segunda vuelta, cuando el equipo pasó de intentar huir de la zona de descenso a acercarse a los puestos europeos, finalizando la temporada en novena posición. Una de las claves de la mejoría del equipo en la segunda parte de la temporada fue la apuesta del preparador asturiano por Fabián Orellana, descartado en la pretemporada, y con participación nula en las primeras jornadas.
El internacional chileno estuvo a un paso de dejar el club en el verano de 2013. Su destino era el Mallorca, aunque finalmente decidió seguir en Vigo. El resto es historia, lo que hizo aquella temporada y el tridente mágico que formó con Aspas y Nolito dos temporadas después, cuando el equipo regresó a Europa de la mano de Eduardo Berizzo.
La situación de Renato Tapia este verano fue similar. El Olympique Lyonnais parecía su destino seguro, pero los problemas económicos del club francés impidieron su salida. Más tarde, cuando parecía que podían acometer su fichaje, fue el futbolista quien decidió seguir en el Celta por motivos personales.
Como le sucedió a Orellana, su participación en las primeras jornadas del campeonato fue meramente testimonial. En los 10 primeros partidos dispuso de 42 minutos, hasta el partido de Girona, donde fue titular, y el Celta logró contener al equipo catalán, que solo fue capaz de marcar en el descuento, después de que unos minutos antes le fuese anulado un gol al Celta por motivos inexplicables.
Desde entonces, con la salvedad de un partido de sanción por su expulsión ante el Sevilla, Tapia ha empezado a contar para Rafa Benítez, y además se ha convertido en uno de los más destacados, recordando al rendimiento ofrecido en su primera temporada en el club, la 2020-21, donde destacó tras llegar a Vigo procedente del Feyenoord de Rotterdam.
El paralelismo entre Fabián Orellana y Renato Tapia es interesante, sobre todo porque representa bastante bien a los técnicos que no contaron con ellos al principio y acabaron convirtiéndolos en indiscutibles. Orellana representa la magia y la alegría ofensiva, que eran características del juego del asturiano, mientras que Tapia parece ser la prolongación el campo de lo que quiere Benítez para un equipo. Sorprende que en ambos casos no contaran con estos jugadores de inicio, y parece lógico que acabaran convirtiéndose en jugadores importantes en sus esquemas.
El matiz de Renato Tapia es que concluye su contrato el 30 de junio de 2024, y no está nada claro que siga en Vigo el próximo ejercicio. Además el Celta está buscando en el mercado de invierno un mediocentro que aporte músculo, por lo que es posible que ese fichaje acabe llegando para ocupar su puesto en el once inicial, salvo que Rafa Benítez retuerza su apuesta por la solidez y forme con ambos en la medular.
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