Foto: RC Celta |
Con la salida de Luís Campos y la llegada de Marco Garcés, Marián Mouriño ha completado la ruptura total con el pasado. Para bien o para mal este es un Celta completamente diferente al de hace apenas unos meses. La nueva presidenta ha apostado por el derribo para construir prácticamente desde cero un club completamente diferente, con la salida de cargos muy importantes del club, la renovación del banquillo y un cambio radical en la secretaría técnica.
Varias preguntas son las que se nos vienen a la cabeza. La primera de ellas es si el club podrá asumir tantos cambios, que en muchos casos han traído al Celta a personas con escasa experiencia en el fútbol, o en el caso de Marco Garcés, en la idiosincracia del fútbol europeo. Marián también ha renovado por completo el Consejo de Administración, aunque no será complicado que los nuevos consejeros mejoren a los anteriores, cuya función era meramente representativa.
En el caso de Marco Garcés tendrá que adaptarse al fútbol europeo, del que tiene conocimiento por su labor en el departamento de scouting de clubes como Real Madrid o Manchester United, pero en todos los casos se encargaba de seguir a futbolistas de la Concacaf. La llegada de Rafa Benítez también está generando dudas por su rendimiento. No las hay en torno a su experiencia, si bien es cierto que no está tan acostumbrado a trabajar en clubes con escaseces presupuestarias.
Otra pregunta que cabe hacerse tras esta ruptura total es si tan malo era el Celta de Mouriño. Marián Mouriño ha roto absolutamente con todo lo que había creado su padre, que en los últimos tiempos había tomado decisiones ciertamente discutibles, pero contaba con el respaldo de profesionales con años de experiencia que en cierto modo corregían sus carencias como dirigente.
El tiempo dirá si esta ruptura ha dado frutos o ha perjudicado al Celta. El primer reto, a cortísimo plazo, es salir de la complicada situación clasificatoria. La continuidad de Rafa Benítez en el banquillo solo se explica debido a la prohibitiva indemnización que figura en el contrato firmado este verano, con la complacencia de la propia Marián Mouriño. Esa decisión ha hipotecado al club a nivel deportivo en el año del centenario, que se parece mucho más a una pesadilla que a un sueño. Estamos a tiempo de evitar un final trágico.
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