Foto: RC Celta |
En su primera rueda de prensa como presidenta del Celta, Marián Mouriño mostró su total apoyo al proyecto de Rafa Benítez. Resulta complicado entenderlo si tenemos en cuenta sus resultados, y la sensación de que es incapaz de sacar mayor rendimiento a un equipo que solo ha ganado dos partidos esta temporada, ambos por marcadores muy ajustados, ante los dos últimos clasificados de LaLiga.
Dos equipos, Granada y Almería, que están totalmente desahuciados, con 8 y 5 puntos respectivamente, apuntando de forma inexorable al descenso, salvo milagro difícil de prever en la segunda vuelta. La situación para el Celta es realmente preocupante, algo que se evidenció en la horrenda primera parte ante el Villarreal, totalmente indigna para un equipo que pretende seguir un año en la máxima categoría.
¿Cuál es el motivo por el que el Celta sigue confiando en Benítez?. Es probable que no tenga que ver con motivos deportivos, sino con su finiquito. Señala este viernes Clemente Garrido en el diario As que despedir al preparador madrileño le costará 9 millones de euros al club vigués. Una cantidad difícil de asumir, y que limitaría sensiblemente las opciones de poder reforzarse en el próximo mercado de invierno.
¿Quién fue la mente preclara que decidió que era buena idea firmar a un entrenador y aceptar un finiquito de 9 millones de euros?. ¿En ningún momento se contempló que podía ser mal y que podría ser necesario tomar decisiones?. A la hora de firmar un entrenador no solo hay que contar con su salario, sino con su finiquito, especialmente cuando se traspasan a los futbolistas más importantes, y la idea es fichar a jugadores con potencial, pero que son una incógnita a corto plazo.
No son pocos los aficionados que están pidiendo al técnico madrileño que dimita, pero él nunca puede ser responsable de lo que el Celta le ofreció para venir, ni de las condiciones aceptadas por ambas partes. Si no quiere dimitir está en su derecho de no hacerlo, y él nunca puede ser el responsable del desastre que implique para el equipo su cada vez más necesaria destitución. No hacerlo es otro riesgo, el de un lento y agónico proceso hacia el descenso del equipo, que tampoco su cese garantiza evitar.
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