Una serie de catastróficas desdichas


Foto: Ander Gillenea / Getty Images

El Celta llega al tercer parón de la temporada con tan solo 7 puntos en su casillero después de haberse jugado sobre el terreno de juego 39 en 13 partidos. La situación es desesperada, y aunque seguimos con la cantinela de que queda mucha temporada por delante lo cierto es que hay razones para la preocupación entre la afición celeste. 

La posición en la tabla clasificatoria es un conjunto de circunstancias que han llevado al equipo a estar de forma permanente en puestos de descenso, aunque eso sí, con la permanencia relativamente a tiro, a la espera de los resultados que se den en esta jornada. A continuación vamos a tratar de hablar de esa serie de catastróficas desdichas que se han dado para llegar hasta aquí. 

Una mala planificación 

Todo empieza durante el verano. El Celta decide seguir apostando por Luís Campos con un novedoso formato que consiste en trabajar a tiempo parcial y prestar más atención a quien más le paga, que es el Paris Saint Germain. Si el club no se puede permitir a un director deportivo como Luís Campos, tal vez debería apostar por otro menos prestigioso, pero que esté al cien por cien por la causa. 

Como consecuencia, la plantilla presenta graves carencias, y eso que se gastaron cantidades importantes de dinero que no han servido para mejorar lo que había y que casi nos lleva a Segunda el año pasado. Se vendió a Gabri Veiga 10 millones por debajo de su cláusula, y aunque se ha intentado culpar al jugador, fue el Celta quien aceptó la operación y no fue capaz de fichar a un jugador para cubrir su ausencia. También se marchó Hugo Mallo y no fue reemplazado.  El resultado es una plantilla descompensada, sin músculo en el mediocampo y con serios problemas en el terreno de juego. 

Un técnico ganador que no gana 

La apuesta del Celta en materia deportiva se centró en el banquillo. El club vigués incorporó de forma sorpresiva a Rafa Benítez, un técnico que lo ha ganado todo en el mundo de clubes. Y no es una forma de hablar. Lo ha hecho en varias ocasiones y con varios equipos. Su trayectoria como técnico no se recordará por el juego de sus equipos, pero sí por sus victorias. Fue un giro drástico en la planificación del Celta que suele apostar por técnicos más efectistas que efectivos. 

Sin embargo, el caso del preparador madrileño en Vigo es casi una rareza en su carrera. El Celta de Benítez no gana, y eso que tiene momentos de buen juego, pero no es sólido en defensa, ni efectivo en área contraria. Necesita generar muchas ocasiones claras para marcar, y le falta oficio en los últimos minutos. No parece un equipo de Benítez, con todo lo que ello implica. Sea como sea, el técnico madrileño no consigue dar con la tecla. 

Errores arbitrales 

Los árbitros también juegan, y en el caso del Celta lo han hecho casi siempre en contra esta temporada. Los errores arbitrales son demasiado dolorosos para hacer un recuento. En el club calculan que pueden haber perdido 10 puntos. Son cálculos de fútbol-ficción, porque ante el Sevilla el penalti escamoteado había que marcarlo, pero en todo caso el daño que han hecho al equipo es evidente e irreparable. 

El Celta se puede sentir legítimamente mal tratado por los árbitros ante el Real Madrid, Mallorca, Barcelona, Alavés, Las Palmas, Atlético de Madrid, Girona y Sevilla. Son demasiados partidos y demasiados errores como para pasarlos por alto. Y esos fallos acaban repercutiendo en la clasificación y generando una presión añadida a los jugadores por la falta de resultados.  

Las áreas 

El Celta sería equipo de Champions si se jugase sin áreas. Es ahí donde llegan los problemas, tanto en la propia como en la ajena. El Celta ha encajado 24 goles en 13 jornadas, casi 2 por partido. Es imposible pensar en salvarse con esta media de goles en contra. Pero lo realmente relevante es lo poco que tienen que hacer los equipos rivales para marcar. Basta con colgar balones al área céltica, y ya se encargarán los defensas de ponerlo donde sea preciso, como por ejemplo Mingueza ante el Sevilla, o ayer Starfelt en el primero del Athletic. 

Y si el drama invade el área del Celta, no lo hace en menor medida en la contraria. Strand Larsen está firmando una temporada muy completa, pero se ha cansado de fallar goles claros. Aspas tampoco está fino de cara al gol como en temporadas pretéritas, e incluso ha fallado dos penaltis. Douvikas está siendo el más efectivo, pero por el motivo que sea es el que tiene menos minutos. Los jugadores de segunda línea, con la excepción de Bamba, tampoco están aportando en este aspecto. 

Los últimos minutos 

Los instantes finales de los partidos le están saliendo muy caros al Celta. Ayer fue otro ejemplo más. De los 24 goles que ha encajado, 10 llegaron en los últimos minutos. Ya le pasó ante el Girona en la anterior salida, vio como el Barcelona remontó un partido que ganaba 0-2 el Celta en el minuto 80, y perdió el partido ante el Madrid también los últimos minutos. Mallorca, que ganó en Balaídos en el 85, o Las Palmas, remontando el partido en el descuento, son otros ejemplos de como el equipo se cae en los últimos minutos de los partidos. 

La mala suerte 

Y cuanto todo lo anteriormente mencionado está en contra, cabe esperar que al menos la fortuna no lo esté también. Se suele decir que la mala suerte es la excusa de los mediocres, y suele ser una afirmación cierta, pero da la sensación de que los astros nunca se alinean a favor del Celta. Sucedió ayer, sin ir más lejos, la jugada del primer gol es un mal despeje de Starfelt que cae a pies de Sancet. El 3-2 es una buena parada de Guaita cuyo rechace le cae a Guruzeta. Incluso el penalti de Mingueza es una carambola  con final trágico. Es solo un ejemplo de la mala fortuna que está teniendo el Celta durante todo el curso.  Pero si todo lo anterior no fallase, la suerte no sería nunca una justificación. 


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