En la historia del Celta se encuentran momentos inolvidables que marcan al celtismo para siempre. Uno de esos momentos trascendentales se remonta al 21 de junio de 1987, cuando el Sestao Sport, precursor del actual Sestao River, se enfrentó al conjunto celeste en un partido clave en la lucha por el ascenso.
En aquella época, el Sestao Sport estaba dirigido por el venerado 'Jabo' Irureta, que posteriormente entrenaría al Celta, y competía en la Segunda División. El escenario para esta gesta era el estadio de Las Llanas, que vibraba con la emoción de unos 12.000 seguidores, desbordando su capacidad nominal de 7.000 espectadores (hoy reducida a 4.500).
El objetivo era claro y ambicioso: el ascenso a la Primera División estaba en juego. El Sestao Sport necesitaba una victoria por dos goles para alcanzar la élite del fútbol español, mientras que al Celta de Vigo le bastaba con mantener un empate.
La tensión en el ambiente era palpable cuando el árbitro pitó el inicio de un enfrentamiento que quedaría grabado en la memoria de los aficionados. El Sestao Sport, respaldado por su afición, buscó con ahínco ese resultado que los catapultaría a la Primera División, el anhelado sueño de cualquier equipo.
Sin embargo, el destino tenía otros planes, y el marcador finalizó con un empate 0-0. y fue el Celta quien celebró su ascenso a la Primera División, llevándose consigo el recuerdo de un enfrentamiento épico en Las Llanas, que todavía hoy, más de 30 años después, sigue muy presente en la memoria de los celtistas que vivimos aquel momento.
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