Foto: Faro de Vigo |
El Celta conoció ayer a su rival en la primera eliminatoria de la Copa del Rey: El Turégano Club de Fútbol, un modesto club castellano-leonés con el que arrancará una nueva e ilusionante temporada en esta competición, que en el pasado ha dado alegrías y alguna que otra frustración al celtismo. Pero la Copa no es una competición cualquiera para el Celta, es muy importante, tanto que es la razón de su nacimiento.
Pocos clubes han nacido con la misión de ganar una competición. El Celta puede ser un caso único, pero la historia así lo indica. Pongámonos en situación, Vigo fue la cuna del fútbol gallego. A principios del siglo XX los dos mejores equipos de Galicia eran el Vigo Sporting y el Fortuna. Los dos equipos se repartieron los títulos del campeonato gallego, que daba derecho a jugar la Copa de España.
Pero los clubes vigueses se encontraban con un techo de cristal en esta competición, incapaces de alcanzar éxitos cuando se medían a los equipos catalanes, vascos y madrileños. El Vigo, antes de fusionarse con el Sporting, alcanzó la final en 1908, siendo derrotado por el Real Madrid. Fue el mayor éxito durante esta etapa, en la que el Fortuna alcanzó las semifinales en dos ocasiones, 1915 y 1918, siendo apeado en cuartos en 1921 y 1922. El Vigo, ya fusionado con el Sporting, alcanzó las semifinales en 1914, 1917, 1919 y 1920 y los cuartos de final en 1923.
Fue en esos años cuando varias personas relacionadas con el fútbol vigués, entre ellos Manuel de Castro, por entonces miembro de la directiva del Vigo Sporting, comenzaron a abogar por la fusión de los dos grandes equipos gallegos para que pudiesen competir en la Copa de España con más opciones. Si los dos por separados no podían, la unión de ambas plantillas parecía una garantía.
Desgraciadamente no siempre la suma de dos más dos acaba dando cuatro. El recién creado Celta tenía un equipazo tras la fusión de los dos grandes de Galicia, pero no todos los jugadores estaban de acuerdo en la fusión. Entre ellos Luis Otero, que descontento con la decisión abandonó el nuevo Celta para enrolarse en el Deportivo. A Otero lo siguieron José Chiarroni, Ramón González y el guardameta Isidro Rodríguez. El Celta denunció al club herculino por sobornar a sus jugadores, y la Federación gallego le dio la razón, inhabilitando a estos cuatro futbolistas en el siguiente campeonato gallego. La rivalidad entre Celta y Deportivo nacía antes de que ambos clubes disputasen un partido de fútbol.
A pesar de que la justicia le había dado la razón, el Celta perdió a cuatro jugadores importantes, y el objetivo de la Copa no se cumplió. 100 años después de su fundación sigue pendiente. El club vigués ha disputado tres finales (1948, 1994 y 2001), y alcanzó las semifinales en once ocasiones, pero sigue teniendo pendiente el objeto de su creación.
En los últimos años ha coleccionado varios fracasos. Tras alcanzar las semifinales en 2016 y 2017, no ha podido llegar a las últimas instancias de la competición, cayendo en varias ocasiones contra equipos de inferior categoría. Balaídos no acoge un encuentro de Copa desde 2018. Posteriormente se implantaron las eliminatorias a partido único y el Celta solo jugó en una ocasión contra un equipo de Primera División, la pasada temporada, cayendo eliminado ante el Espanyol.
Pese a todo, el comienzo de la competición siempre inunda de ilusión al celtismo, soñando con rememorar viejas gestas en las que el Celta le plantaba cara a cualquier equipo. No parece tampoco que este año sea el de la consecución del objeto de la fundación del club, bastante tenemos con pensar en una salvación que ahora mismo parece hasta inalcanzable. Y lo peor es que nos quieren hacer creer que "somos lo que somos". Y sí, somos lo que somos, un club fundando para ganar la Copa. Y eso es lo que tenemos que ser.
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