Foto: Octavio Passos / Getty Images |
Salvo rectificación de Carlos Mouriño, el de hoy ha sido el penúltimo partido de Denis Suárez en Balaídos con la camiseta del Celta. El salcedano ha crecido enormemente esta temporada y el partido de este sábado no fue una excepción. Desde el primer minuto se le vio implicadísimo, y regaló dos asistencias en los dos primeros goles.
La primera tras una gran combinación con otro talento puro como el de Brais Méndez, y la segunda encontrando la colaboración necesaria de Aspas para transformar un pase que otros futbolistas ni tan siquiera pueden llegar a imaginar. Talento en estado puro al servicio del equipo.
Y Balaídos lo tuvo claro. Desde el principio animó al canterano con diversas proclamas para que se quedase, o cánticos en los que se coreaba su nombre. Pero además, durante diversas fases del partido llegó a escucharse de forma bastante clara en el estadio el novedoso “Denis si, Mouriño no”, con algunos silbidos de desaprobación para dicho cántico, pero en general seguido por una parte importante del estadio.
Una situación que no es nueva para Mouriño, a quien ya se le cantó algo así en la despedida de Berizzo. El preparador argentino no siguió en el club, y el presidente, que cumplió la mayoría de edad hace tiempo, protagonizó un bochornoso espectáculo en la presentación del equipo unas semanas después rechazando el micrófono para dirigirse a la afición.
Y algo parecido es lo que volverá a pasar en esta ocasión. Mouriño no cambiará de opinión, porque no suele hacerlo, por mucho que los motivos para amenazar a Denis con ir a la grada si no se va sean insuficientes. Una vez que ha tomado la decisión es difícil que recule, y el resultado es que el Celta, su equipo, perdón, una de las empresas de su grupo empresarial, perderá a un futbolista que no podrá reemplazar por las limitaciones económicas. Y después de Denis seguirán yéndose niños al Madrid, al Barcelona, e incluso al Wolverhampton.
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