Joan Tomàs fue uno de los grandes protagonistas en el último ascenso del Celta. El futbolista catalán, dotado de una gran clase técnica, parecía condenada durante su etapa en Vigo a ser un revulsivo, y era habitual verle marcar cada vez que salía desde el banquillo. Suyos fueron goles muy importantes, como un en Valladolid sobre la bocina que encaminaba el ascenso después de cinco años en el infierno.
Pero tras el ascenso a Primera sus opciones de jugar se redujeron a la mínima expresión. Si en Segunda ya le costaba ser titular, en Primera lo difícil era tener minutos. Tras unos meses con escasa participación, fichó por el AEK Larnaca, donde se convirtió en un ídolo durante siete temporadas, acompañado de otros ex jugadores del Celta como Murillo, Catalá o Jorge Larena.
En el pasado mercado de invierno abandonó Larnaca para fichar por el PAS Lamia, otro club de la primera división chipriota, donde actualmente sigue jugando. El pasado curso anotó 2 goles en 14 partidos, y a sus 33 años es uno de los jugadores más respetados y admirados de esa competición.
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