Balaídos mantiene su tendencia a la baja tras otra temporada en la que volvió a acumular pérdidas de espectadores. El partido que cerró la temporada el sábado ante el Levante se saldó con una asistencia de 10.851 espectadores, la peor entrada de la temporada, solo superada por aquel Celta - Leganés, un día por la semana, con lluvia y la grada de Río sin cubierta.
El partido de ayer era susceptible de contar con una entrada casi ridícula, pero hay un problema global mucho más preocupante que una baja asistencia puntual. Desde la temporada de Luis Enrique hasta esta, Balaídos ha perdido 100.000 espectadores de asistencia, según los datos publicados por El Desmarque.
Aquella temporada, la 2013-14, la media de espectadores en el feudo vigués fue de 20.625, para un total de 391.877. Este año han sido 291.082 los aficionados que pasaron por Balaídos, para una media de 15.320 seguidores en cada partido, lo que supone una pérdida de 5.000 espectadores en cada encuentro. Una auténtica barbaridad.
El Celta debe reflexionar seriamente al final de este curso, para encontrar el motivo que ha llevado a esta desafección por parte del celtismo, y atajar cuánto antes la sangría de espectadores que está sufriendo el recinto vigués. En alguna comparecencia, Mouriño achacó la pérdida de aficionados a las obras o incluso a la emigración, quitando toda la responsabilidad al club.
Lo cierto es que el club tiene gran parte de responsabilidad. Las subidas constantes de precios, encubiertas en una irreal subida del IPC, y la pésima gestión con la grada de animación son errores del actual Consejo de Administración, que deberían corregirse en el futuro. Tampoco ayudan los horarios, y eso no es responsabilidad directa del club, pero lo cierto es que conviene solucionar este problema a la mayor brevedad posible.
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