Top 10 Andaluces del Celta: (4) Mori


Andalucía ha sido, a lo largo de la historia, uno de los principales viveros del Celta dentro de España. Más de una cuarentena de jugadores procedentes de esta Comunidad han defendido los colores celestes. José Naranjo será uno más, pero en moiceleste hemos hecho una selección muy personal para elaborar una lista con los 10 mejores jugadores andaluces en la historia del Celta. Espero que os guste. Podéis consultar aquí la lista al completo. 

4 Mori (1975-84) 223 partidos / 42 goles

Muy cerquita de Sanlúcar, en Barbate, nació otro de los grandes goleadores célticos: Antonio Martínez Sánchez, “Mori”, que ocupa el cuarto lugar en nuestro ranking de futbolistas andaluces en la historia del Celta. El gaditano fue el último jugador del Celta que había marcado 4 goles en un partido, ante de que Santi Mina hiciese lo propio ante el Rayo Vallecano, hace poco más de un año. 

Era nieto de Moro, un pescador con salitre en las cejas que lo llamaban así por pasar más tiempo faenando en las costas de África que en las aguas de Cádiz. Moro tuvo un hijo que todo Barbate llamó Morito; y al hijo de Morito le dijeron Mori. Quizá en su pueblo natal estas cuatro letras no sean más que el diminutivo del diminutivo de un apodo cariñoso, pero en la historia del Celta, Mori es un icono distintivo de regate, clase, técnica y gol.

Mori era un interior derecha que se desenvolvía también por todo el frente del ataque, un jugador de mucho embrujo, de mucho arte y de mucho duende. Es de los pocos futbolistas que han jugado con el Real Club Celta en tres categorías del futbol español, pues vivió con el equipo vigués el descenso desde primera división a las catacumbas del pozo de la segunda B, y el resurgir del equipo con la vuelta a la élite.

Su palmarés cuenta que fue internacional juvenil, una vez internacional sub-23 y una vez internacional con la Selección Española Olímpica. Comenzó a jugar en el equipo filial del CD Málaga (desaparecido), el llamado Atlético Malagueño, que militaba en la Primera Regional. Estuvo dos temporadas (1969-70 y 1970-71). Sus buenas actuaciones no pasaron desapercibidos al primer equipo y fue ascendido en el verano de 1970 al primer equipo para hacer la pretemporada. Finalmente se quedó durante dos temporadas. En el equipo boquerón debutó en Primera División, categoría en la que jugó dos temporadas, disputando 13 partidos en los que anotó dos goles.

Del equipo malaguista llega al CD San Fernando en la temporada 1972-73. Mori no completó la temporada con los azulinos. Jugó un total de 23 partidos y marcó 7 goles. Fichó por el Cádiz y allí jugó durante dos temporadas, junto a los Carballo, Farías, Eloy, Villalba, Ibáñez, etc. En la temporada 1975-76 pasó a defender las filas del Cacereño, equipo del grupo IV de 3ª división, de donde llegó al Real Club Celta en el mes de abril de 1976, a falta de nueve jornadas para terminar la temporada 1975-76 en segunda división.

Todavía tuvo tiempo de anotar un gol en los siete partidos que disputó, celebrando el regreso del equipo a la primera división. Al principio de su llegada venida al Celta le costó adaptarse al juego y sobre todo al clima. Estaba acostumbrado a desenvolverse en terrenos secos y en Galicia había que hacerlo frecuentemente sobre agua y barro.

Jugó durante 9 campañas en el Celta, en las que vivió ascensos y descensos, pasando por los momentos de mayor gloria hasta el fracaso más absoluto del descenso a 2ª B en 1980. Indiscutible para todos los técnicos que le tuvieron bajo sus órdenes, Carmelo, Toni Cuervo, Maguregui, Ruiz, Pedrito, Arza, o Pavic, jugó una media cercana a los 30 partidos por temporada, anotando goles en todas las campañas que jugó en Vigo.

Quizás el mejor partido de su carrera lo jugó un 4 de febrero de 1979 en Balaidos frente al Zaragoza. En un encuentro en el que le salía todo, anotó cuatro goles en la victoria céltica por (5-3). Esa temporada fue el pichichi del equipo con 10 goles.

A veces saltaba al campo peinadito como un niño con la raya al lado, y otras veces con unas greñas desaliñadas y barba de tres días. Llevaba la camiseta siempre por fuera y las ideas revueltas en la suficiencia de su técnica. No se sabría decir si era elegante o si era desgarbado, si era lento o era rápido o incluso a veces, si era divino o era humano.

Jugador de fuerte carácter, en su último año en Vigo, tuvo varios enfrentamientos con la directiva, y llevó al club varias veces a magistratura. El 20 de enero de 1984, es separado del equipo tras acuerdo unánime de la directiva por llamar mentiroso al presidente Rivadulla. El incidente fue consecuencia de la propuesta de Rivadulla a Mori de rescindir el contrato, después de que el técnico Carriega le informase de que no iba a contar con él. Mori llegó a enojarse por la actitud del presidente y le calificó de mentiroso, al considerar que el “mister” no había echo tal aseveración sobre su futuro. Carriega en un principio, se desmarcó, pero días mas tarde reconocía que le había insinuado al mandatario, la posibilidad de prescindir de Mori, el cual presentó una nueva demanda en Magistratura, que retiraría más tarde, tras esclarecerse los hechos.

Esa misma temporada, volvió a ser expedientado por andar de discotecas junto con otros compañeros a altas horas de la madrugada. Expediente que acabó con dos meses de suspensión de empleo y sueldo para el futbolista andaluz. Mori puso el caso de nuevo en manos de Magistratura, exigiendo una indemnización por daños y perjuicios. Magistratura fallaba dos meses después, y aún cuando consideraba los hechos probados, la sanción del club “era inconstitucional”, y por ello “el jugador debía volver a su trabajo con normalidad”.

Mori volvió a entrenar y las aguas volvieron a su cauce con la exhibición del equipo en Riazor. Pero tras una temporada llena de conflictos, se le concedía la baja al finalizar la liga. Este último año no empaña la sensacional trayectoria de Mori en el Celta, jugando 223 partidos de liga con la camiseta celeste, y anotando 42 goles.


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