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| Foto: LFP |
A Dejan Drazic le costó entrar en la dinámica del equipo tras su llegada a Vigo. Eduardo Berizzo tardó en convocarlo y repetía una y otra semana que su proceso de adaptación iba lento, y que había que tener paciencia con el joven futbolista. Las semanas pasaron y fue empezando a entrar en el equipo, dejando algún detalle interesante, pero sin acabar de dar el salto.
La Copa del Rey le ha venido bien para encontrar los minutos que no tiene en la Liga, e incluso logró marcar un gol ante el Cádiz en el que demostró que tiene fútbol en sus botas, pero lo cierto es que después de varios meses entrenando con el equipo, e incluso contando con minutos, sigue dando la sensación de estar en pleno proceso de adaptación.
Ayer naufragó, junto al resto de sus compañeros, evidenciando serios problemas para destacar en un partido de alta intensidad y competitividad como el jugado ayer. Esto ya no es la Copa ante equipos de categoría inferior que juegan con suplentes, es la Liga, ante un equipo que se juega la vida y que puede hacer mucho daño si se le permite.
Al menos queda la satisfacción de pensar que el partido de ayer le servirá para el futuro, que aprenderá para otra ocasión y que será consciente de que tiene que hacer algo más si quiere triunfar en una Liga muy exigente. Su cara al ser sustituido evidenciaba que no estaba satisfecho por lo hecho, sonaba a oportunidad perdida. Y no lo será si aprovecha para seguir trabajando y mejorando. Calidad la tiene, y también la alegría suficiente para sortear lo negativo de un mal partido.
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