El Totismo se impone al cholismo


Foto: Jorge Landín
A estas alturas no es necesario descubrir la trayectoria ni los logros alcanzados por Simeone en su carrera como entrenador. Si nos centramos en su estancia en el Vicente Calderón, los hechos hablan por sí solos. El técnico argentino volvió a situar en el mapa futbolístico europeo a un equipo que había presumido de mediocridad en la última década. Con él en el banquillo llegaron Liga, Copas, Supercopas y casi una Champions League, que cambiaría la historia de los colchoneros, todavía dolidos por aquella final perdida hace cuarenta años de forma trágica. 

Hablamos, por tanto, de uno de los técnicos más reconocidos en el viejo continente, capaz de fichar por cualquier equipo y con el salario que él quiera poner en el contrato del club que lo pretenda. Enfrente tenía anoche a un joven púgil, cuya trayectoria se circunscribe a unas prácticas remuneradas al lado de Marcelo Bielsa y su éxito con O’Higgins en el fútbol chileno. Un equipo modesto al que hizo campeón de Liga y Copa. 

Uno está consagrado y es un ídolo en su estadio: El otro tenía sustituto hace dos semanas de no ser porque una victoria ante el Córdoba frenó el ímpetu de quienes iban a serrar su cabeza y ofrecerla al pueblo en una pica en cualquier plaza pública. Berizzo salvó su cuello, y lo mantuvo una semana después, pero sigue contando con algún que otro detractor. 

Estos detractores pudieron comprobar ayer como el “Toto” pasaba por encima del “Cholo” a nivel táctico. Tal fue el baño del argentino céltico que el propio Simeone realizó cambios en la primera mitad, luego disfrazados de problemas físicos, y cambió completamente el esquema primero, y luego los nombres, dejando a Fernando Torres en el banquillo. Simeone buscaba la contra con delanteros rápidos, pero nunca fue capaz de robar el balón al Celta, y cuando lo hizo no podían conectar con ellos. 

Simeone reconoció al término del partido haber fallado en el planteamiento, algo que se podía ver fácilmente en el estadio, simplemente observando la diferencia de ambos equipos. Los retoques aportados por Berizzo dieron solidez y consistencia al equipo, que fue muy superior a los atléticos en la primera mitad, si bien no pudo transformar la superioridad con una ventaja en el marcador, adoleciendo de esa falta de pegada que le ha llevado a una crisis que jamás debió haberse inflado tanto. 

La victoria refrenda al Celta en la permanencia, pero también a su técnico, capaz de competir contra los mejores estrategas del campeonato y no salir mal parado. Ya hizo algo parecido con Unai Emery en Sevilla, incluso cuando el Celta contaba con uno menos, y también ante Nuno Espírito Santo en la visita del Valencia a Balaídos, pero en ambas ocasiones la superioridad céltica no se transformó en una victoria. Y sí, también ha cometido errores, peaje de una inexperiencia que cada vez lo será menos. La de ayer no es una victoria cualquiera para un entrenador. Simeone llegaba (casi) invicto al combate de Balaídos. 

0 comments:

Publicar un comentario