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| Foto: Marta G. Brea |
Las últimas semanas no han sido especialmente positivas para Nolito. El de Sanlucar llegó a ser suplente en algún encuentro antes del parón navideño. Su rendimiento no estaba siendo el mismo de principio de temporada. Su participación con la selección supuso el culmen a un 2014 casi perfecto para el delantero andaluz, que comenzó siendo suplente en el Celta de Luis Enrique, y acabó debutando con la selección de Vicente del Bosque.
Tras su periplo con la “roja”, Nolito no parecía ser el mismo. Seguramente de forma casual, o tal vez causal, pero era innegable que había perdido chispa, no tenía aquel regate furibundo que dejaba a los defensas en el suelo, ya no le salía su jugada favorita y no parecía tener la suficiente lucidez para encontrar a sus compañeros con pases imposibles. Su juego entró en una pequeña depresión que lo llevó a la suplencia, tocando fondo con el penalti fallado ante el Almería en Balaídos.
Se fue de vacaciones a Sanlúcar sabiendo que no podría jugar el primer partido del año en Sevilla por sanción, y también se perdió el choque ante el Athletic por una lesión que le tuvo entre algodones durante toda la semana. Fue también la culpable de que ayer, el día que recibía el Manuel de Castro que le acreditaba como el mejor de 2014, viese la primera mitad desde el banquillo.
En el descanso calentaba con cierta intensidad, y la lesión de Hugo Mallo terminó por decidir a Berizzo para que Nolito saltase al campo en la segunda mitad. Cierto es que todavía no ha recuperado toda su chispa, pero ya no es como una coca-cola que lleva varios días abierta. Es chisposo, tiene visión de juego, y fruto de un gran cambio de orientación pudo llegar el gol de la victoria en las botas de Orellana o de Charles. Su gran virtud ayer fue la de mejorar casi cualquier balón que pasó por sus botas, y el equipo lo agradeció. Recuperar al mejor Nolito, y su entendimiento letal con Orellana, será una de las claves para que el arranque del campeonato celeste tenga su réplica en la segunda vuelta.
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