Nolito, el delantero con arte flamenco que siempre marca goles para el abuelo Manuel


Foto: Óscar Vázquez
Todos los goles que marca se los dedica a la misma persona. El abuelo que ejerció de padre hasta que falleció a finales de 2008. Desde entonces, Nolito mira al cielo cada vez que anota. Ahora los goles también son para su hija Lola. El atacante de Sanlúcar ha encontrado su lugar en el mundo, o eso parece, en el Celta de Vigo. A golpe de ‘doblete’, el delantero ha confirmado con tres seguidos -Almería, Valladolid y Osasuna- lo buen delantero que es. Arte sobre el césped de un tipo que hace sus pinitos con un cajón flamenco.

Cuando su madre le trajo al mundo, ésta entregó a sus padres al crío para que lo educaran. Nolito creció con sus abuelos maternos y con unos tíos. Una familia humilde en la que había muchas bocas que alimentar. Pero siempre había un plato lleno sobre la mesa familiar. Su abuelo Manuel, sobre todo, se encargaba de que a los pequeños no les faltara de nada para crecer.

Marinero y gran aficionado del Barcelona, fue el abuelo Manuel el que inculcó a Nolito la pasión por el fútbol. Cuando era un niño, le regaló un chándal del club barcelonista y unas zapatillas. Detalle inolvidable, pues muchas veces le tocó jugar descalzo. Y así, poco a poco, el delantero del Celta fue creciendo con un balón pegado en los pies. Los primeros pasos los dio en el equipo Alevín del Algaida de Sanlúcar, para pasar posteriormente al Atlético Sanluqueño. Pasó un tiempo en el Mestalla, pero fue el Écija, donde estuvo dos años, el club que le comenzó a dar gloria.

Técnicos del Barcelona oyeron hablar de él y le reclutaron para el filial -el Betis también detrás de él- en el verano de 2008. En octubre, Pep Guardiola le citó por vez primera para el primer equipo. Todo marchaba sobre ruedas hasta que en diciembre sufrió un golpe que le ha marcado para siempre, el fallecimiento de su abuelo Manuel. Por entonces se había marcado como reto en la vida, ganarse la vida con el fútbol para que su familia no pasara penalidades. Empezando por el hombre al que más quiso y más hizo por él.

Hasta octubre de 2010 no consiguió debutar con el primer equipo y un mes después anota su primer gol con el equipo de Guardiola. Fue ante el Ceuta en un partido de Copa del Rey. Le siguieron más con el filial, pero no lo suficientes como para dar el salto definitivo a la Primera División

En 2011 decide emprender una nueva vida en el Benfica, pero las cosas no le ruedan como esperaba y año y medio después se marcha a Granada a jugar durante seis meses. El equipo se salva y Nolito firma momentos brillantes. Tanto, que el Celta le firma un contrato por cuatro temporadas. A las órdenes de Luis Enrique, y tras unos comienzos en los que la titularidad se le negaba, en los últimos meses ha dado un salto de calidad notable. Ahora no hay quien le discuta. Sus goles -suma 14- le avalan…

Todo lo que hace el delantero en la vida y, sobre todo, en un estadio tiene grabado a fuego el nombre de su abuelo. Cuando era un pequeño travieso, como los demás críos de su pandilla, le hizo ver que algún día podría ser futbolista profesional. Le inculcó todo tipo de valores, empezando por el esfuerzo. Le convenció de que algún día su talento le haría florecer como futbolista. Y así fue.

A medida que ese talento natural fue creciendo, los libros y el colegio fueron quedando en un segundo plano. No era ese el camino… Para que su vida no se encaminara hacia lugares poco adecuados, el abuelo tomó las riendas -siempre fue así- y con apenas 13 años colocó a Nolito a trabajar en una carnicería. Por las mañanas tocaba trabajar y por la tarde entrenarse. Luego las cosas comenzaron a rodar hasta llegar a donde está hoy. Siempre a golpe de talento gaditano, a golpe de gol.

En su casa todavía recuerdan el día que apareció en la televisión, sentado en el banquillo del Barcelona junto a Eto’o y Puyol. Fue en ese momento cuando su familia tuvo claro que Nolito haría carrera en el fútbol. No era un sueño y sí una realidad. No consiguió triunfar en el Barcelona, pero con el tiempo ha dejado en buen lugar a su abuelo Manuel. Él siempre tuvo claro que aquel nieto tenía madera de futbolista.

En Vigo ha encontrado la felicidad. Junto a su mujer y su hija. Siempre se queja de la eterna lluvia gallega, pero en el Celta ha encontrado un buen entorno para brillar como predijo el abuelo Manuel. Se siente querido y la afición ya le tiene como uno de los suyos. A su alrededor ya se habla de pretendientes, pero él por ahora prefiere mantenerse al margen y disfrutar de su momento. Se lo ha ganado.

Fuente: El Confidencial 

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