Estado de gracia vs estado de desgracia


Foto: Xoan Carlos Gil
Lo del Celta ayer no fue un ejercicio de osadía, sino de paciencia. De aprovechar su estado de gracia y sacar partido del estado de desgracia del Real Madrid, que vino a Vigo con poco, mostró menos y, consecuentemente, se llevó nada, salvo la pérdida matemática del título. No quiso el equipo vigués ganar en lo cuantitativo, sino en lo cualitativo. Por eso, expuso lo justo y esperó a que en las jugadas decisivas saliese a relucir la inercia liguera de cada uno: creciente la céltica, decreciente la madridista.

Si tú no expones, yo tampoco
Resulta extraño decirlo, pero los primeros 40 minutos del partido de ayer en Balaídos fueron de los más aburridos de la temporada. Dos equipos sin apenas llegada que se limitaban a tenerse controlado el uno al otro a la espera de una acción que desnivelara el marcador. El Real Madrid, que plantó un once con un centro del campo escasamente creativo y en el que la movilidad de Morata –con Isco y Modric semimuertos– como gran argumento, sólo la buscó a balón parado y sin fe; el Celta lo hizo más con el balón pero sin exagerar la apuesta. El uno por otro, el fútbol sin barrer.

La ruptura del equilibrio
En el ir y venir de juego posicional que era el partido, queda dicho que el Real Madrid trató de romper la dinámica  a base de saques de esquina, pero éstos fueron siempre bien solucionados por la defensa celeste. Y si ésa fue la única baza blanca, la más efectiva céltica fue aprovecharse de los errores del rival. Ramos cometió uno gordísimo y Charles no perdonó. El equipo vigués llegaba lanzado a por la cuarta victoria; el blanco, con la mente puesta en Lisboa y sin seis de sus habituales titulares. Sólo faltaba por convencer al marcador, que se unió en ese preciso instante.

Por si acaso, estaba Sergio
En un partido en el que los laterales eran puros defensas, el Real Madrid trató de reaccionar desde la habilidad de Marcelo. Sin hace r nada del otro mundo, el centro del campo blanco empezó a ganarle la partida al celeste y los de Ancelotti crearon ocasiones que hicieron surgir la figura de Sergio. El de Catoira es excepcional por condiciones técnicas y mentales. La ausencia de minutos no ha mermado su innata habilidad entre los palos y su capacidad para sacar de portería con enorme criterio.

El desbarajuste blanco
Tenía pocas piezas Ancelotti y quiso ponerlas todas sobre el tapete, pero no cabían. Sacando al campo a Coentrao e Illarramendi, descolocó al equipo al retrasar a Xabi Alonso a la posición de central. Medida obligada, quizás, pero no menos desacertada. Aunque la sentencia llegó en otro error individual de uno de los fijos, en este caso el tolosarra. Charles tampoco lo desaprovechó.

El dolor de Augusto
Al poco de comenzar la segunda parte, Augusto Fernández se fue al suelo en la pelea por un balón en el centro del campo. Una más de las centenares que ha acumulado a lo largo de una brillante temporada del argentino. Pero en ésta, su rodilla se quejó. A la espera de concretar el alcance de la lesión, Balaídos vio en la desesperación del futbolista un negro presagio. El dolor de Augusto.

Un partido-premio
El próximo sábado, el Celta juega su último partido de la temporada liguera en Valencia. Pero el colofón a la campaña lo puso ya ayer en Balaídos en medio de una jornada festiva que contó, además, con una victoria ante todo un Real Madrid, aunque éste llegase a Vigo predispuesto a rendirse. El triunfo, en cualquier caso, ejemplifica un curso que se cerrará con muy buen sabor de boca.

Santi Alonso / Atlántico Diario

0 comments:

Publicar un comentario