Foto: Jorge Landín |
Diez meses de trabajo en Vigo al servicio del Real Club Celta han sido más que suficientes para saber que Luis Enrique Martínez es una persona que en absoluto causa indiferencia en el entorno de su puesto de trabajo. El mejor aval que a día de hoy puede presentar el asturiano es la fenomenal recta final de temporada que ha logrado firmar con el equipo vigués, un club por el que aceptó comprometerse en junio del año pasado para relanzar su carrera de entrenador tras su experiencia italiana.
Pidió permiso a la plantilla para llevar gafas de sol
Sorpresa es la primera impresión que causa el que será nuevo técnico del Fútbol Club Barcelona. Porque no es normal que dirija los entrenamientos con gafas de sol -en su día pidió permiso a la plantilla alegando una lesión ocular- o que se encarame a lo alto de un andamio para tener una mejor perspectiva del trabajo que a diario realizan los futbolistas que están a sus órdenes.
Trabajo a puerta cerrada y sin entrevistas personales
A partir de ahí, el ADN de Luis Enrique es el de un entrenador muy meticuloso en su trabajo y del que dicen prepara a conciencia los partidos de su equipo junto al resto de colaboradores, a los que mantiene al margen de los focos mediáticos. De sus métodos pocas personas pueden hablar, ya que la gran mayoría de entrenamientos programados son a puerta cerrada y sus comparecencias públicas se limitan al día antes de los encuentros y a la conclusión de los mismos, sin conceder entrevistas personales.
Juego atrevido y atractivo con confianza a los jóvenes
A nivel futbolístico, Luis Enrique Martínez demostró ser en Vigo un tipo valiente y, lo más importante para el Celta, capaz de corregir los varios errores de bulto que cometió en la primera vuelta del campeonato. Además de no negociar un estilo de juego que tiene un pasado azulgrana, desde su llegada el gijonés apostó en Vigo por un fútbol atrevido y atractivo. Tuvo el apoyo de la Directiva para conseguir rodearse de futbolistas de su entera confianza como Rafinha, Nolito y Fontàs, pero simultáneamente también supo darles la alternativa en Primera división a canteranos célticos como el meta Yoel, una de las revelaciones de la temporada, o al jovencísimo Santi Mina.
Los jugadores valoran que se premie el trabajo semanal
Monaguillo antes que fraile, del asturiano hablan bastante bien la mayoría de los actuales jugadores célticos. El mejor aval de Luis Enrique ante sus futbolistas es que el trabajo semanal se vea premiado con un puesto en el equipo titular al siguiente partido. Quien se relaja o baja mínimamente los brazos acaba en el banquillo, o incluso en la grada. Y esta temporada de ello pueden dar fe desde Nolito a Alex López. La pregunta es si tendrá la suficiente personalidad para repetirlo en la Ciudad Condal.
El ciclismo, otra gran pasión, lo comparte con Unzué
Juan Carlos Unzué es la mano derecha de Luis Enrique y con el que suele compartir horas de bicicleta. Porque la otra gran pasión del asturiano es el ciclismo del que es un ferviente seguidor, especialmente de Movistar y Alejandro Valverde; cuando la meteorología ha acompañado -que no ha sido lo habitual en el pasado invierno que padecimos en Galicia- era frecuente ver al navarro acompañando a su amigo. Para ambos, los entrenamientos del primer equipo en las instalaciones de A Madroa tenían un punto y seguido.
Alergia a todo tipo de acto social de la entidad
Por contra, su participación en los actos sociales programados por el Celta ha sido nula. A diferencia de otros técnicos que han pasado por la entidad celeste, Luis Enrique nunca atendió a las invitaciones recibidas, y por eso, no estuvo ni en reuniones de peñas ni tampoco en charlas de cualquier tipo. Volver a Barcelona le permitirá reencontrarse con su familia y es que, salvo en periodos vacacionales, el hasta ahora técnico celeste decidió que no movería a su familia de Cataluña.
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