Choque de modelos antagónicos


Foto: Marta Grande
Levante y Celta juegan al mismo deporte, pero no lo parece. El colectivo de Caparrós no quiere el balón, como si le estorbara para construir. Frente a Osasuna, en su último partido en el Ciutat de Valencia, le bastó con un 36 % para ganar por 2-0 y posicionarse más cerca de la Europa League que del abismo. El de Luis Enrique apenas sabe vivir sin el esférico, alcanzando ante el Getafe en casa su cota máxima con un 76 %. Dos estilos antagónicos frente a frente.

El Celta ya está avisado que tener el balón no es sinónimo de triunfo. Le ha sucedido en la mayoría de las ocasiones y el mejor ejemplo fue el partido de ida en Balaídos, en donde un único disparo granota, a falta de dos minutos, le dio tres puntos. Los vigueses terminaron ahogándose en su 75 % de posesión porque ninguno de sus cuatro disparos a la portería contraria terminó en la red del rival.

La posesión define los dos estilos, pero no es la única diferencia. Caparrós apuesta por el contragolpe con fútbol directo para buscar la velocidad de sus puntas, mientras Luis Enrique es el paradigma del fútbol elaborado. Frente al Atlético los vigueses apenas rifaron un balón pese a la presión colchonera.
En el Bernabéu, ante el Madrid, el Levante apenas lo intento, pero igual que en partidos anteriores. Combinar es un recurso en Orriols, no una obligación, como en Vigo.

El concepto defensivo

El concepto defensivo tampoco tiene correspondencia entre ambos. Si el Levante vive desde su corrección táctica por detrás del balón, el Celta defiende con el esférico en sus pies, aunque en las últimas fechas, y salvo errores puntuales de bulto, ha aumentado sus prestaciones defensivas. Los granotas, pese al 7-0 de la primera jornada en la Camp Nou, llevan encajados cinco goles menos que los celestes.

El abanico de diferencias se completa con la estrategia, la fuente de la que bebe el Levante para llevarse un buen puñado de triunfos. Hasta el momento ha marcado seis goles a balón parado, tantos casi todos ellos decisivos. El Celta, que ha crecido un poco en este aspecto después de un año en blanco, alcanza los dos.
Pero al margen de estilos, la gran diferencia está en la resolución. El Levante es un equipo que concede muy pocas oportunidades y las opciones viguesas pasan por recuperar la efectividad. El Celta ya sabe que los de Caparrós no necesitan mucho para ganar, en especial si son capaces de adelantarse en el marcador, lo que suele ser definitivo en sus partidos, algo que no siempre le sucede a los de Luis Enrique.

Xosé Ramón Castro / La Voz de Galicia

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