Foto: Marta Grande |
«No parecía que pudiera llegar. Estuvo hasta los dieciséis años jugando en el Banyoles, y no teníamos la perspectiva de que pudiera acabar convertido en futbolista». Así encabeza Jordi Fontás el discurso en el que narra cómo su hijo, Andreu, pasó de ser un chaval más de la cantera de su pueblo, a compartir los éxitos del Barcelona y a consolidarse en Primera con el Celta.
Fontás fue uno de esos futbolistas inesperados, aunque la pasión por el balompié le viene de lejos, y su abuelo y su padre habían jugado, aunque a nivel amateur. En el club de su Banyoles natal comenzó a dar patadas al balón, y desde pequeño sus entrenadores le decían que tenía maneras. «Siempre trabajó para mejorar, pero nunca pensando en la perspectiva de ser profesional». Quizás por eso su vida, hasta los 16 años, fue la de un chaval de su edad. Entonces todo se aceleró.
«En tres meses se precipita todo. Empieza a jugar en el juvenil de División de Honor del Girona, lo convocan con la selección catalana, y surge el interés del Atlético de Madrid, del Barça, luego del Mallorca, el Espanyol... Pero cuando nos hablaron del Barça ya no pensamos en nada más», recuerda Jordi Fontás. La oferta del Barcelona era «irrechazable».
La época del Barcelona
Andreu llegó al Barcelona en su último año de juvenil, «le cogió Álex García, lo puso de titular, le dio el brazalete de capitán y jugó todos los partidos, todos los minutos». Superada la etapa de juvenil, le tocó dar el paso al filial, en el que coincidiría por primera vez con Luis Enrique, y donde se llevó los primeros disgustos.
«Estuvo seis meses sin jugar un solo partido. Veíamos que se podía acabar ahí su carrera. Luis Enrique siempre le animaba, le decía que tenía muy buena actitud, pero no lo ponía, hasta que al final, en el mes de enero, lo pone, y ya hasta final de temporada». Fue además con el asturiano con quién Fontás se reconvirtió en defensa. «En Banyoles jugaba de interior izquierdo o como pivote. El Barça B había fichado a tres centrales y no le salían bien, así que acabaron jugando con defensa de tres y con Andreu por delante. Luego es Luis Enrique el que le incorpora como central».
En la siguiente pretemporada, con el primer equipo casi sin plantilla por las vacaciones, Guardiola comenzó a citarle para entrenar. «Se lleva muy bien con él, iba entrando poco a poco, hasta que lo coge para la primera plantilla cuando Abidal tiene que operarse». De repente Fontás se convertía en parte del Barça de las grandes gestas. «Era increíble, iba convocado con el primer equipo para finales de Copa del Rey, finales de Champions... Luego lo de jugar ya le costó más», recuerda Jordi, que poco después veía cómo su hijo firmaba un contrato de cuatro años con el primer equipo que la inoportuna rotura de cruzado ensombreció.
«Fue duro. La lesión se hace larga porque son muchos meses, y luego viene lo peor. Cuando llegas no tienes la confianza suficiente para jugar al máximo nivel», narra el padre de Andreu. Tito Vilanova le dijo entonces que no contaba con él, y a la carrera, a finales de agosto de 2012, Fontás recala en Mallorca. «Nos fue mal, cada entrenador tiene su estilo y el Andreu no le servía a Caparrós».
Quizás por eso Fontás está disfrutando en el Celta. «Está muy contento. Él quería jugar, era muy importante para él. Lo ha conseguido, con sus más y sus menos, porque es muy exigente consigo mismo, muy duro». Jordi ve a su hijo disfrutando y «haciendo con el Celta en Primera lo que hacía con el Barça B en Segunda». «El sueño se hizo realidad en el Barça, y ahora disfruta en el Celta».
0 comments:
Publicar un comentario