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Foto: Jorge Landín |
De nivel medio. En la inmensa diversidad de grises que va de la excelencia a la mediocridad, el Celta ofreció ayer un partido plantado justo en el centro. Que mereció ganar cuando jugó con uno más y que no lo mereció cuando fueron once contra once. Un partido que sólo se hizo carne en el marcador por una desconcentración local bien aprovechada por Lafita y por una brillante acción de Rafinha. Un punto. Sabe a poco, pero sabe a algo.
Rafinha
Tiene tanta capacidad para el desequilibrio que por momentos parece el único camino diferente. El hispano-brasileño ya le tiene cogiga la medida a Primera en intensidad, en velocidad, en habilidad e, incluso, en definición. Es el factor determinante que puede llevar al Celta a una temporada tranquila. Ayer, sin mostrar su mejor versión, sobresalió. Empezó en la banda pero enseguida el equipo lo necesitó por el medio, para estar más en contacto con el balón. Sus diagonales con centros a pierna cambiada son la norma. La excepción fue la diagonal que acabó con el tanto del empate. Se le pedirá mucho, porque puede darlo.
Borja Oubiña
Ni el equipo ni él merecen que haya un debate en torno a su figura. Es obvio que el capitán pasa por un mal momento, pero no lo es menos que el Celta lo necesitará, si es que no lo necesita ya. Oubiña está inseguro y eso provoca que el juego del bloque pueda ser igual de fluido pero no igual de equilibrado. La diferencia la marca el primer balón: el suyo fue un error; el de Krohn-Dehli, su sustituto, sirvió para que el balón llegase a Rafinha en disposición de iniciar su camino hacia el gol.
El Getafe
Llegaba el conjunto getafeño a Balaídos lleno de dudas. Y es raro en un equipo sin demasiada alma pero con mucho oficio. Los equipos así construidos no dudas, ejecutan. Con demasiada asepsia, quizás, pero ejecutan. Ayer recuperó esa faceta efectiva. Primero, Lafita aprovechó un despiste defensivo para enlazar un disparo sin dejar caer el balón que sorprendió a un desacertado Yoel. Después, el conjunto madrileño se centró en su trabajo defensivo –muy correcto–, en las pérdidas de tiempo, en las faltas, en el juego colectivo y, también, en las jugadas a balón parado.
Contra diez
La expulsión de Leandro –justa– parecía poner el partido de cara al Celta. Y más cuando al poco llegó el tanto del empate. Pero lo cierto es que la inferioridad numérica apenas hizo variar un ápice al Getafe ni sus pretensiones ni su dibujo. Sacó del campo a un mediapunta y mantuvo su dos líneas de cuatro jugadores, con Lafita –y después Ciprian– como nueve arriba. Un mero retoque.
Recursos del banquillo
El primero en ser utilizado fue Krohn-Dehli, para dar más fluidez con el balón toda vez que el rival ya estaba con uno menos. Lo consiguió. El segundo fue Nolito y, aunque el gaditano sigue teniendo más errores que aciertos, estos últimos suelen ser más trascendentes, aunque ayer encontrase el palo. Y el tercero fue Mina, que pasó desapercibido en la intensa búsqueda del gol final.
Cinco jornadas sin perder
Dato más que importante. Desde caer ante el Espanyol, el Celta no ha vuelto a perder. El equipo es sólido entre otras cosas porque sabe reponerse a sus propios errores, como ayer. Y porque, sin ser un partido excesivamente claro en la finalización, dispuso de hasta quince disparos a la portería contraria. El término medio del equipo vigués es positivo y suficiente para puntuar. Que siga.
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