Foto: LFP |
Parece muy difícil determinar dónde puede estar el techo de Rafinha. Su referente es su padre, el gran Mazinho, y quizá con el tiempo se acerque a su enorme clase. De casta le viene al galgo y se hace evidente que el chico crece como futbolista a enormes zancadas. Tiene todo lo necesario: calidad, potencia, determinación, magia, es uno de esos futbolistas imprevisibles de los que esperas que coja la pelota para ver que se inventa. Ayer, jugando más algo más retrasado, volvió a ser decisivo para el Celta tras un córner aparentemente inocuo que el chico convirtió en obra maestra, tras quebrar la cintura a Brahimi, y poner en bandeja a Cabral el primer gol con un centro antológico.
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