Los fantasmas achican al Celta


Foto: Xoan Carlos Gil 
El síndrome de Balaídos se acentúa. El Rayo Vallecano hurgó en la herida de un Celta que ha visto cómo ni las buenas sensaciones que arrastraba de los últimos partidos consiguieron espantar a los fantasmas. El equipo sigue sin ganar en su feudo, y el gol en casa ya es un recuerdo lejano. Del verano, para ser más exactos. Y aunque los célticos ayer no protagonizaron un mal encuentro, tampoco firmaron una buena actuación. Y en esa escala de grises en la que se movieron los de Luis Enrique, el triunfo se marchó a Madrid. Porque el Rayo, conseguido el primer gol, supo jugar sus cartas mientras el Celta buscaba una remontada que no se consigue si el gol no aparece. Y los célticos, en casa, están peleados con la portería.

Un once definido
Costas, la única novedad
Luis Enrique se ha cansado de grandes experimentos. Ayer expuso el once previsto con la única novedad de David Costas por el lesionado Cabral. Augusto parece convencer al técnico formando trío con Álex y Borja Oubiña en el centro del campo, y Nolito, Charles y Santi Mina se han convertido en la línea de ataque preferida por el entrenador. Más imaginación puso el técnico a la hora de los cambios, buscando una revolución que no llegó. Entró Rafinha para ocupar la banda de Mina, refrescó Krohn-Dehli al capitán, y Jony hizo sus pinitos en el centro de una defensa que se quedó sin un lesionado Costas.

La posesión
Un Rayo ambicioso
Que el Rayo iba a querer la pelota no fue una sorpresa. El equipo de Paco Jémez se siente cómodo con el balón en los pies, y por eso no dudó en discutir la posesión a un Celta que también prefiere tener el dominio del esférico. El debate, en la primera parte, cayó del lado visitante (42 % frente al 58 %), y aunque en la segunda fueron los celestes los que se hicieron con el porcentaje -gracias a la renuncia de un Rayo cómodo sin el mismo- no consiguieron sacarle partido. El fútbol es romo para los vigueses, que en la primera parte no dudaron en buscar la portería de Rubén con un fútbol más directo que no generó fruto alguno. En el segundo tiempo, con el Rayo más replegado, volvieron a su juego de toque, pero la profundidad llegó demasiado tarde, y con los de Jémez controlando desde muy cerca.

Las prisas
Intensidad a raudales
La presión y la intensidad son dos armas de las que echa mano el Rayo, y que ayer se aliaron en contra del Celta. Porque aunque los celestes pusieron de su parte, y sobre todo lo intentaron con ahínco en el segundo tiempo, no fueron capaces de igualar la fuerza, y sobre todo el rendimiento, que los de Vallecas extrajeron a su fútbol y a la posesión. Esa presión de los visitantes se tradujo en demasiada precipitación y demasiadas imprecisiones en un Celta que durante el primer acto tuvo que tragar saliva en más de una ocasión. Las disputas se saldaban con demasiada frecuencia a favor de los visitantes, y eso acabó pasando factura a un Celta que veía cómo se desfondaba en vano. Además, las dudas en defensa reaparecieron con una banda izquierda que sufre en exceso y con un centro de la zaga que echó de menos la intensidad de Cabral.

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