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EFE |
"Esto no es cómo empieza, sino cómo acaba". Tantas y tantas veces hemos escuchado esa frase, pero todavía no nos la queremos creer. Tenemos tendencia a sobredimensionar éxitos y fracasos iniciales y pensar que perdurarán en el tiempo hasta el final de los días. El fútbol, año tras año, se encarga de demostrarnos lo contrario.
El Celta, en crisis de juego y resultados, vive un momento delicado. Al término de la octava jornada del campeonato, es 15º, empatado a puntos con Valladolid, Osasuna y Rayo, estos dos últimos en descenso, y a tan sólo 3 del colista de la clasificación, el Almería. Argumentos suficientes para que los más tremendistas auguren una temporada sin final feliz.
Pero es que a tragedia también apuntaba el inicio de campaña del Espanyol la temporada pasada. En la jornada 8 hace justamente un año, los periquitos eran penúltimos, igualados a 5 puntos en el farolillo rojo con un Osasuna acostumbrado a juguetear con el infierno. Acababan de sumar su primer triunfo de la temporada en esa misma fecha y muchos lo consideraban como candidato claro al descenso. 30 jornadas después, los blanquiazules terminaron la liga en Balaídos con 44 puntos, salvados matemáticamente desde hacía varias semanas y con el descenso a 8 puntos de distancia. El Osasuna, pese a su triste comienzo, también logró llegar a la última fecha con la permanencia en el bolsillo.
La del Espanyol no fue la única gran remontada del campeonato. La Real Sociedad, después de unos inicios muy titubeantes, era 15ª en la jornada 8 de la 2012-13, la misma posición que en la actualidad ocupa el Celta. El final, todos lo sabemos. Los donostiarras vencieron en la última jornada en Riazor, permitiendo la salvación celeste y alcanzando una cuarta posición que les llevó directamente a la Liga de Campeones. Justo por detrás quedó el Valencia, quien con la llegada de Valverde remontó el vuelo tras unos primeros meses realmente flojos.
Por aquel entonces, sólo un equipo de los tres que se encontraban en descenso terminó por bajar a Segunda. Fue el Deportivo. Zaragoza y especialmente Mallorca navegaban por las aguas tranquilas de la tabla. Los bermellones, con un arranque espectacular, llegaron incluso a dormir en Champions durante varias jornadas. En la jornada 8 eran 8º, a 3 puntos de la cuarta plaza y a 5 del descenso. Quién lo iba a decir.
Los datos son sólo eso, datos. No garantizan nada ni sirven para predecir el futuro. Pero sí ayudan a entender que el fútbol es un deporte impredecible, tremendamente cambiante, en el que uno pasa de pobre a rico en un abrir y cerrar de ojos. Quizás el Celta termine en Segunda, como ya pronostican los más agoreros. Puede incluso que se clasifique para Europa, como aseguraban no hace mucho los más optimistas. Lo que sí es cierto, no obstante, es que el fútbol se encarga año tras año en demostrar que la predicciones a golpe de 12 de octubre pueden resultar un tanto aventuradas. Que se lo digan a Mallorca y Espanyol.
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