El número 11 es otro dorsal respetado a lo largo de la historia del fútbol, y no siempre, en los últimos años, ha sido portado de forma solemne por algún jugador del Celta. Dos jugadores, zurdos ambos, aunque de características y procedencia diferentes, son las grandes decepciones con el 11 a la espalda.
Llegó a Vigo junto a Fabiano Lima, ambos procedentes del Genoa, como grandes refuerzos para la banda izquierda del Celta. Cabe preguntar porque los descartaron en Genova, pero visto su rendimiento en Vigo, parece bastante obvio. El caso es que Danilo, al que pocos derrotaban en ganas, supo convencer a Eusebio y se ganó estar dos años en Vigo tras bajarse el sueldo después de estar apartado del equipo durante un tiempo. Pese a todo un bagaje pésimo de 26 partidos y un solitario gol, anotado en Vallecas, el mismo día que también marcó Cellerino.
Fichar a uno de los componentes del equipo subcampeón de Europa en los dos últimos años puede parecer una garantía de éxito. Pensar que ya no procede de este equipo, sino del Sporting de Portugal, y que este a su vez te lo cede... ya invita a la reflexión. El caso es que el fichaje pintaba bien, y en su primer partido le vimos cosas... pero ahí se acabó todo. Lo peor no fue lo poco que destacase poco en el campo, sino que lo hacía más fuera de él y era una mala influencia para otros compañeros. Su desplante a Abel Resino en el Benito Villamarín le terminó por apartar del equipo definitivamente. Bluff de libro.
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