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Foto: Nuria Soler / El Periódico de Aragón |
No han arrancado bien las cosas para Paco Herrera. El veterano técnico catalán emprendió este verano una tan difícil como atractiva aventura en Zaragoza: La de reflotar a un histórico del fútbol español como es el conjunto maño, un equipo que descendió el año pasado después de temporadas complicadas con salvaciones milagrosas y un tanto extrañas, cimentadas en remontadas forjadas con victorias en las últimas jornadas que no llegaron el pasado curso. El reto es delicado porque se atisba una clara brecha entre el Consejo de Administración y buena parte de la afición.
Por eso el fichaje de Paco Herrera parece tener un doble sentido. El catalán llega a Zaragoza para alcanzar un consenso, tanto deportivo como social. Herrera es un entrenador con capacidad, como ya demostró en Vigo, pero también con mano izquierda y habilidad para tender puentes entre afición, directiva y equipo. Claro que eso se logra, fundamentalmente, con resultados, y hasta el momento no están llegando. En las cuatro primeras jornadas, dos empates y dos derrotas, con el agravante de la derrota de esta tarde ante el Lugo, un conjunto que visitaba por vez primera La Romareda, y que se llevó los tres puntos con justicia.
Así las cosas, el Real Zaragoza ocupa puestos de descenso a Segunda B, y Herrera decía al término del partido, en la rueda de prensa protocolaria, que el Zaragoza es el Racing de Santander del año pasado, por aquello de aspirar a Primera, y que la presión le está superando. Una palabra, presión, nervios y atenazamiento, que solía utilizar también en sala de prensa cuando entrenaba al Celta. En todo caso, no parece que la situación que viva el conjunto maño este año tenga mucho que ver con la del Racing el pasado curso. Paco Herrera trabajará duro y saldrá adelante. Por delante queda mucho aún, y como dijo un día el entrenador Luis César, la clasificación a estas alturas solo cuenta mentiras.
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