Las dos primeras jornadas de Liga han servido para desnudar, para bien y para mal, a un Celta que ha sido capaz de lo mejor y de lo peor en tan solo 180 minutos, pero que, al contrario que la temporada pasada, ha arrancado la temporada con buen pie en cuanto a la clasificación. Esa que, al final del curso, es la única que sentencia permanencias, más allá del buen o del mal fútbol. En Sevilla, en el triunfo frente al Betis, se vieron a las claras las aristas que los celestes deben pulir tras vivirse una primera parte para el olvido que dejó paso a un segundo tiempo con más poso. El equipo todavía tiene mucho trabajo por delante, y algunas lagunas saltan a la vista.
La posesión
Recuperar el dominio
Quizás heredado todavía del curso pasado, o quizás porque el Celta solo está cómodo a través del balón, lo cierto es que en el Villamarín los celestes exhibieron una primera parte en la que no eran capaces de controlar el esférico, de atarlo a sus botas y evitar que el Betis le hiciese descosidos. Los datos de posesión real al final del partido, un 16 % para los célticos y un 29 % para los béticos, se mantuvieron lejanos a los de la primera jornada, en la que los de Luis Enrique tuvieron un 27 % de control del balón frente al 19 % al que relegaron al Espanyol. Traducido al césped, en Balaídos se vio a un Celta más cómodo y seguro de sí mismo, a pesar de que el resultado fue más positivo en el Benito Villamarín.
Las pérdidas de balón
Demasiadas concesiones
Los 45 primeros minutos ante el Betis pusieron sobre el tapete una colección de imprecisiones a la que el Celta fue capaz de sobreponerse gracias, en buena medida, a la actuación de Yoel. Las pérdidas de balón en acciones sin claro peligro, incluso a la hora de sacar el esférico -caso de la cesión de Krohn-Dehli que casi cuesta un gol a los vigueses- fueron excesivas. La presión verdiblanca dio en la línea de flotación de un Celta que clamó por el descanso. Sin embargo, a pesar de que la primera mitad fue demoledora para los vigueses, las estadísticas del partido hacen más sangre con el Betis. El Celta encadenó hasta 64 balones perdidos, frente a los 69 que registró su contrincante. Quizás la concentración de los errores visitantes en el primer período del encuentro hizo más visibles esos fallos que frente al Espanyol, ante el que las pérdidas de balón alcanzaron las 83. Frente a esos regalos concedidos a los rivales, las 47 recuperaciones célticas en Sevilla -44 de los de Pepe Mel- compensan en parte la imagen ofrecida. En el partido de debut las recuperaciones celestes habían alcanzado las 73, mientras las del del Espanyol se quedaban en 56.
Las concesiones
Demasiados remates rivales
Hasta 21 remates concedió el Celta en el Villamarín. Demasiados a todas luces y que ponen de manifiesto que el equipo necesita mayor contundencia defensiva. Dos palos y siete remates a puerta pudieron haber echado por tierra la visita de los celestes a Sevilla, pero las paradas de Yoel y la pizca de fortuna que exige el fútbol estuvieron con el bando celeste, que en la primera parte se mostró inoperante ante las embestidas del rival. Los de Mel hicieron además un enorme daño a balón parado. El equipo de Luis Enrique sigue sin encontrar la fórmula para tapar los saques de esquina, una rémora del pasado, lo mismo que los centros laterales, que siempre consiguen cargar de peligro las acciones rivales.
Las bandas
Presión indistinta
Aunque ante el Espanyol la banda izquierda de Toni fue la que más flaqueó ante las embestidas del Espanyol, la ofensiva bética cargó las tintas por la banda de un Hugo Mallo que en su segundo partido oficial tras la lesión ya ha visto cómo lo ponían a prueba una y otra vez. Conseguir apuntalar a los laterales es prioritario.
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