El niño que pudo jugar al lado de su ídolo


Foto: RCCV
Cuando Borja Oubiña debutó con el primer equipo del Celta, allá por el mes de octubre de 2003, Rafinha apenas era un niño de diez años. Un celtista, como tantos de sus compañeros de clase, pero un celtista que podía presumir de que su padre había jugado en el Celta. No solo eso; su padre era una leyenda del celtismo. Pero él no dejaba de ser un niño, con ciertas condiciones para el fútbol, pero un crío que admiraba a quienes vestían la camiseta celeste cada quince en Balaídos. 

Y aunque por entonces no lo sabía, aquel joven chico que debutó en Pasarón en un partido de  Copa ante el Pontevedra se iba a convertir en uno de los ídolos de infancia de Rafa Alcántara, Rafinha para el fútbol. Ambos crecieron juntos, Oubiña como futbolista y Rafinha como persona. Borja llegó a la selección española y a la Premier League, y el destino de Rafinha se fue uniendo al fútbol, hasta convertirse en profesional de un deporte que ama con devoción. 

Hoy, casi diez años después, los destinos de aquel hombre y de aquel niño se han unido en Balaídos. Rafinha ha logrado que lo muchos niños hemos soñado: Jugar al lado de nuestros ídolos. Esta mañana reconoció en sala de prensa algo que ya ha dicho en más de una ocasión: "A Borja lo seguí siempre desde pequeño, es una referencia para mí". Una referencia que ahora también lo será profeionalmente; su capitán. El capitán que lidera un barco repleto de juventud, de futbolistas que lo han idolatrado. El destino es cruel pues ellos mismos lo retirarán. 

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