El Celta quiere aferrarse a la vida. Debe vencer una batalla
que se juega en las catacumbas, entre dos moribundos que buscan un halo de
esperanza. Lo necesitan más los vigueses, empujados a la última plaza en el
cruel epílogo de Mallorca. El tiempo apremia y los cartuchos se van terminando.
Una victoria devuelve la ilusión, una derrota la hace completamente añicos.
Transcurridas 31 jornadas, los celestes han alcanzado la recta final del
campeonato con un puntaje pésimo y la moral por los suelos. Sin embargo, esta
Liga de errores parece empeñada en otorgarle una última oportunidad. Ganar al
Zaragoza, un equipo con un mejor pasado pero un presente tan malo o peor que el
de los locales –acumula 14 jornadas sin ganar-, es la única posibilidad de
sobrevivir. Los maños, un viejo enemigo de dos noches para el olvido, viven en
la misma disyuntiva: vencer o acelerar hacia el infierno. Balaídos acoge un duelo
de zombis ansiosos por tomar oxígeno.
Abel Resino semeja
convencido por lo que vio hace tan sólo siete días en el Iberostar de Palma de
Mallorca. Pese a lo negativo del resultado, el preparador manchego repetirá
propuesta esta noche frente al Zaragoza. Esto es: línea algo más retrasada, más
gente en el centro del campo y madurar el encuentro poco a poco. Por ello, no
habrá demasiadas modificaciones. Es de esperar que un recuperado Demidov
sustituya a Jonathan Vila en el centro de la zaga, mientras que Orellana podría
relevar a un Krohn-Dehli que no pasa por su mejor momento.
Así pues, el Celta
formaría de inicio con Javi Varas en portería y una línea de cuatro en defensa
con Jonny, Demidov, Túñez y Roberto Lago. Borja Oubiña y Natxo Insa repetirían
en el centro del campo con Álex López un poco más adelantado. Los costados
serían cosa de Augusto Fernández y Fabián Orellana, mientras que Mario Bermejo
actuaría como delantero centro.
Por su parte, los
aragoneses llegan al choque igual de apurados que los gallegos. El conjunto
dirigido por Manolo Jiménez no conoce la victoria desde el pasado mes de
diciembre y tras su derrota el pasado domingo ante el Barcelona cayó por
primera vez en mucho tiempo en puestos de descenso. Para el vital partido de
Balaídos no podrán contar con el hombre clave de la zaga, un Álvaro que deberá
cumplir ciclo de amonestaciones. Quien finalmente sí estará sobre el césped del
coliseo vigués será Sapunaru, entre algodones toda la semana.
De esta forma, los
maños saldrán de inicio con Roberto en portería y Sapunaru, Loovens, Paredes y
Abraham en defensa. Movilla y Apoño conformarán el doble pivote que escoltará a
una línea de tres mediapuntas compuesta por Rubén Rochina, Rodri y Montañés.
Arriba, como única referencia ofensiva, jugará un Hélder Postiga que es la gran
esperanza zaragocista.
Del Cerro Grande,
del comité madrileño, dirigirá un encuentro dramático, de los que se viven con
angustia permanente y desfibrilador en mano. Es lo habitual cuando hay tanto en
juego. El Celta ha dejado los deberes para el final y se le ha agotado el
tiempo. Tiene que ganar, no le queda otra. Vivir o morir. Caer esta noche
supondría decir casi adiós a una permanencia que a cada día que pasa parece más
complicada. Sin embargo, un triunfo renovaría energías y permitiría afrontar
las últimas 6 jornadas enganchado al vagón del tren. Un tren que conduce a la
salvación. Un tren en el que hoy viajan seis pasajeros y del que deben apearse
tres. Un tren que, hoy sí que sí, puede hacer su última parada en Balaídos.
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