En un mundo de tópicos Mario Bermejo (Santander, 1978) pone los puntos sobre las íes. Doctorado en mil batallas y con 13 equipos a cuestas desde que debutó con 17 años en Primera División con el Santander, el cántabro no se muerde la lengua. Ni dentro, en donde ya luce galones de capitán en su segunda temporada en Vigo, ni fuera del vestuario. Si un día habló sin tapujos de la compra de partidos como futbolista del Xerez, en su anterior paso por Primera, e incluso se encaró con los jugadores del Getafe en el Alfonso Pérez por una presunta mofa hacia el cuadro jerezano, el viernes pasado no se cortó a la hora de criticar en público las actitudes de Iago Aspas y Hugo Mallo. Al moañés no es el primer recado que le manda. Tras el partido de Getafe le recriminó que no hubiese saludado a Santi Mina en el momento del cambio. Máxime tratándose de un chaval de 17 años que debutaba en Primera.
Bermejo es un especialista dentro y fuera del campo. Su carácter luchador no se queda solo en el rectángulo de juego. Fuera imparte auténticos tratados balompédicos. Ya sea para explicar la situación del equipo o para dar su punto de vista sobre cualquier tipo de situación.
El viernes el servicio de prensa del Celta le pidió que pusiese voz al desastre de Riazor y sus palabras encontraron eco más allá del Padornelo, aunque en realidad iban dirigidos con nombres y apellidos a los intramuros de A Madroa.
Mario señaló sin tapujos a Aspas por su expulsión tras la agresión a Marchena. Le pidió que diese un paso al frente, que diese la cara y que se dé cuenta «de que no está en el patio del colegio jugando con colegas». Es el segundo encontronazo con la estrella celeste en un mes. El anterior fuera por el desplante a Santi Mina.
Tampoco miró hacia otro lado con la conducta de Hugo Mallo. Mientras Abel decía en sala de prensa que no sabían de que le hablaban los periodistas, el nueve recogió el guante: «Nos pensamos que estamos en un equipo de barrio y no nos damos cuenta de que representamos a un club y a una ciudad. Es otro caso que tendrá que asumir por las gilipolleces que ha hecho».
No es la primera vez que hace trizas el corporativismo en el que se refugia el fútbol, especialmente el gremio de futbolistas. Bermejo fue a por Miku en los tiempos del venezolano en el Getafe. Los azulones se mofaron en el campo de la situación desesperada del Xerez de Gorosito, y el entonces jugador azulino estalló en el túnel de vestuarios: «Miku de los cojones, hay que tener un poco de respeto», le espetó.
En aquella temporada también denunció sin rodeos la sospecha de compra de partidos que rodea al fútbol español cada temporada y que el propio Celta experimentó en carne propia en el descenso del 2007.
«Todos los que llevamos tiempo en el fútbol lo sabemos, pero nadie lo dice, ni se puede decir muchas veces porque no hay pruebas de ello, pero cada vez se compran más partidos», manifestó al mismo tiempo que apuntaba directamente a su gremio: «El que diga que no se hace esto y que no lo sabe es un mentiroso y un cínico, porque pasa y pasará siempre», indicando que hasta que «se corte radicalmente» el problema seguirá existiendo. Hasta dejó constancia pública de que aceptaría primas a terceros por ganar «que es nuestra obligación».
El 30 de junio acaba contrato pero el Celta necesita en su vestuario a la voz de la conciencia. Él ya ha dejado claro que quiere seguir. Que su sinceridad no sea un problema.
Xosé Ramón Castro / La Voz de Galicia
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