La honda huella de Pinto en el Celta


MUNDO DEPORTIVO
Pinto regresará a Vigo por primera vez desde que se marchó el 18 de enero de 2008. Lo hará como portero titular del Barcelona por la sanción a Valdés. Será su reencuentro con Balaídos, en donde ejerció de portero local durante casi diez temporada en otros tantos años. Aterrizó en 1998 siendo un portero en formación y se fue una década después con un Zamora bajo el brazo y 181 partidos defendiendo la portería celeste. Lo hizo dejando huella en los porteros de la casa que trabajaron con él en aquella época.

Pinto vivió tiempos difíciles en el Celta. Formado en la base del Betis le costó hacerse con el puesto -eran los tiempos de Dutruel y Cavallero-, de hecho no fue indiscutible hasta el curso 04/05, el del destierro en Segunda. Durante este largo lustro se entregó a la cultura del trabajo. «Llegó muy joven. Es un trabajador nato», recuerda José Juan, ahora en el Lugo, que trabajó con él durante dos años. Antes lo había hecho Roberto Fernández, ahora en el Granada.

A lo largo de la década que estuvo en Vigo en ningún momento dudo de su apuesta por el esfuerzo. Sergio Álvarez fue el último meta canterano que convivió con él: «Con el aprendín a que a base de traballo se consiguen as cousas, porque estivo moitos anos aquí que non xogaba, e non deixaba de traballar. Demostrou que con traballo todo se pode conseguir», recuerda el de Catoira. «Para mí era un profesor y un padre. Siempre me apoyó y me animó en lo que entonces eran mis comienzos en el mundo del fútbol, siempre le estaré muy agradecido», agregó Yoel, cedido en el Lugo.

José Manuel Pinto (Puerto de Santamaría, 1975) dejó impronta también en A Madroa como persona. Frío, e incluso altivo en la distancia, ejerció de compañero ejemplar dentro del vestuario. «Me ayudó un montón en todos los aspectos y solo puedo decir cosas buenas de el. Era espectacular como persona», apunta el ahora lucense. El céltico reconoce que, recién llegado desde el Arousa, fue Pinto quien le enseñó los vericuetos de un vestuario profesional: «Era a primeira vez que chegaba a un vestiario e foi un dos que máis me axudou a integrarme e a decirme como funcionaba todo esto. Incluso me regalou uns guantes. Sempre tiña detalles conmigo».

Esa ayuda no solo era personal, sino también profesional. A pie de campo. «Te ayudaba, te corregía, siempre te estaba ayudando, se sacaba mucho en limpio con el. Era un crack», sentencia José Juan, que destaca del excéltico su agilidad y su globalidad bajo la portería. A Sergio le inculcó el camino del trabajo: «Viña do Arousa e non tiña unha rutina de traballo, funme fixando moito nel e fun aprendendo e para min é un exemplo a seguir». El catoirense lo ve como un portero polivalente. «Vai ben por arriba, é axil, ten no un bo un contra».

A ninguno le sorprende que haya triunfado en el Barcelona. El hoy suplente de Varas ya lo aventuró cuando se despidió de él hace seis años. «Cando me despedin del, dixenlle a uns amigos que se os adestradores do Barca sabían o que facían, polo menos iba a estar un par de anos alí». Ya lleva cinco.

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