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CARLOS PARDELLAS |
No son buenos tiempos para el fútbol gallego. Si el año pasado, a estas alturas, nos planteábamos la posibilidad de un ascenso conjunto de los dos equipos gallegos, esta temporada parece que pintan bastos para los dos clubes gallegos por antonomasia. El Celta, tras su derrota en Pamplona, entra en puestos de descenso, algo que no sucedía desde la segunda jornada. En Vigo, el debate se centra en la figura de Paco Herrera y los futbolistas, así como en los problemas que está teniendo el Celta lejos de Balaídos.
El Celta sufre una clara transformación cuando disputa los partidos como local y cuando lo hace como visitante. La fuerza y la calidad en Balaídos, se transforman en desidia y miedo cuando juega lejos de Vigo. La situación es preocupante, ya que a lo largo de la temporada los de Herrera solo han sumado cuatro puntos fuera de casa.
Pero es la situación en A Coruña. A los acuciantes problemas económicos se une una preocupante situación deportiva que no ha mejorado ni el cambio de entrenador. Con la llegada de Domingos Paciencia se vieron brotes verdes que finalmente resultaron no ser tales. Los problemas defensivos siguen siendo la nota predominante y el equipo, derrota tras derrota, se sume en el precipio. A todo esto se une un grave problema de su masa social, que hoy, por ejemplo, abroncó al equipo en su regreso al trabajo en Abegondo.
Van mal las cosas para los dos principales conjuntos gallegos, aunque el Lugo en Segunda, y el Coruxo en Segunda B mantienen bien alto el pabellón. El próximo sábado recibe el Celta al Valencia en Balaídos, un partido que será crucial para el futuro más próximo de la entidad viguesa. Se espera que el Celta de la buena imagen que habitualmente está dejando en Balaídos, soñando con una victoria que haga encarar lo que resta de temporada con mayor optimismo. Todo por salvar el pabellón del fútbol gallego.