El perro entre los gatos


DIEGO PÉREZ
Hubo una vez un filósofo griego (a veces también futbolista, según se decía) que describió al Celta como "un equipo de gatos, donde él era el perro". Se referiría el sabio griego a que el equipo por aquellos tiempos estaba excesivamente mimado por el entrenador, pero creo que hoy mismo tampoco se alejaría mucho más de la realidad.

Hoy en día el equipo sigue llenos de gatos; de ágiles jugadores, pequeñitos la gran mayoría, incluso llegados desde zonas muy frías. Podríamos decir que Sergio no es el único gato, ya que muchísimos otros jugadores corresponden a la definición.

Jugadores curiosos, rápidos, creativos, escurridizos, que a excepción de (lógicamente) los centrales, habitan en todas las zonas del campo. Son muchos, y todos maullan al unisono, entiéndose a las mil maravillas. Todos, excepto uno.

Entre tantos pequeños, jóvenes y endebles gatos destaca un jugador particular, destaca un perro entre tantos gatos. Pero no un perro sin mordiente, si no un feroz perro de caza. Un jugador que ni es rápido, ni es excesivamente técnico ni es el adalid de la imaginación. 

Un jugador, al fin y al cabo, funcional. Sólo con tocar el balón él ya se nota que se trata de alguien diferente a los demás jugadores de ataque. Un perro fuerte, duro y peligroso para los rivales. Lejos de buscar las largas distancias y las delicias de los gatos, Bermejo; el perro entre los gatos, busca la corta distancia, busca la simpleza, busca la facilidad. 

El jóven equipo agradece muchísimo tener a alguien con garra y fuerza sobre el campo. El público lo adora, y seguro que Paco muchísimo más, Mario es como un entrenador encima del campo, como un perro fuerte y aguerrido ante tanto dulce gato.

Así que, respondiendo al sabio griego, sí, tenemos a un perro entre los gatos. ¡Y cómo lo agradecen los gatos!

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