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| EFE |
El pasado 5 de octubre, el Celta derrotó al Sevilla en Balaídos en una gran noche de fútbol en la que los de Herrera fueron claramente superiores al conjunto entrenado por Míchel, que vio el partido desde un Palco VIP del coliseo vigués. Era la victoria número 49 de Paco Herrera, que estaba a un paso de su centenario en el banquillo (dirigió su partido número 100 ante el Deportivo) y a una victoria de la simbólica cifra de 50 victorias al frente del Celta.
Desde entonces, parece que una maldición persigue a Herrera, que ha tenido hasta cuatro oportunidades para alcanzar la cincuentena de victorias sin éxito. Cayó en el Bernabéu, y no fue capaz de derrotar al eterno rival en un derbi marcado por la expulsión de Cabral, comparativamente injusta teniendo en cuenta que unos minutos antes debió abandonar el terreno de juego Zé Castro. La siguiente parada era Almería, y allí tampoco el Celta pudo ganar. Más bien al contrario, perdió (2-0) y dejó la eliminatoria muy complicada para el partido de vuelta. Ayer tampoco lo logró en cuarta tentativa cayendo en el Camp Nou.
Curiosamente, en los cuatros partidos ha habido actuaciones arbitrales con el Celta como perjudicado. El penalty del Bernabéu es dudoso, Undiano Mallenco midió con distinto rasero a ambos equipos en el derbi, y Herrera se quejó amargamente, al igual que muchos de sus jugadores, del arbitraje de Hernández Hernández en Almería. De lo sucedido ayer no hace falta hablar, con un tercer gol en clarísimo fuera de juego. Curioso. Parece que la maldición de la victoria 50 persigue a Herrera, y alguien en el estamento arbitral parece empeñado en que su llegada se aplace.
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