La única alegría de Jorge Larena


Jorge Larena guarda un grato recuerdo de su paso por el Celta, especialmente de su primer año, en el que fue protagonista directo del retorno del equipo vigués a la arena europea. Su segunda temporada fue, en cambio, nefasta. El volante canario fue desapareciendo de las alineaciones hasta convertirse en un marginado y el equipo completó "cum laude" su descenso a los infiernos. De aquel aciago curso Jorge rescata apenas su golazo a Casillas, "uno de los más emotivos que he marcado", que dio al Celta su última victoria en el Santiago Bernabéu.

Aquel gol permanece aún nítidamente grabado en la memoria del medio centro canario, que lo considera uno de los mejores de su carrera. "Fue la mayor alegría de aquella temporada tan desgraciada y uno de los goles más emotivos que he marcado en mi carrera", confiesa el futbolista canario. "Siempre lo recordaré. Reyes salía con la pelota, la robó Ángel llegó al área, me dio un paso atrás y la crucé con toda mi alma desde la frontal del área", rememora.

Un fugaz instante de gloria que no compensó la penuria de una de las campañas más desgraciadas de la última década. "Fue la peor temporada de mi carrera. Desgraciadamente jugué muy poco y encima descendimos", recuerda Larena, que puntualiza: "Las cosas se fueron torciendo. Cogimos una racha mala de resultados que nos condenó. La primera vuelta empezamos más o menos bien, pero la segunda fue un desastre. Al final se intentó solucionar con un cambio de entrenador pero no fue posible".

Aquel fue también un año duro para Jorge, que pasó de protagonista a marginado. El curso precedente el canario había participado en 26 partidos de Liga, la mayoría de ellos como titular, contribuyendo decisivamente a la clasificación del Celta para la Copa de la UEFA en el mismo año de su retorno a la Primera División. El siguiente curso apenas disputó 494 minutos repartidos en 16 encuentros. "Fue un año horrible", certifica.

El periplo de Jorge Larena en el Celta duró todavía un año más. Y tampoco fue agradable. "Me quedé en Segunda División. Aunque teníamos una gran plantilla, para mí de las mejores de la Segunda División, también fue un año muy difícil. Nos costó meternos en la dinámica de la categoría y las cosas se complicaron mucho. Hubo varios cambios de entrenadores y todo se enredó", indica.

Luego, el regreso a casa, tres años irregulares, en Las Palmas, el paro y la resurrección en las filas del Huesca, su actual club. "En Las Palmas jugué más o menos con asiduidad pero no fueron buenos a nivel colectivo. Dejé el club estuve seis meses sin equipo y en enero pasado firmé con el Huesca", explica Jorge, que fue uno de los artífices de la salvación del modesto equipo aragonés. "Pude jugar e hicimos una buena segunda vuelta. Me trataron muy bien, así que decidí renovar", apunta.

El medio canario fue, por otra parte, uno de los grandes perjudicados del concurso de acreedores del Celta. Su relación con el club y sus dirigentes, sin embargo, es aún muy cordial. "No fue fácil, pero no se han portado mal conmigo. El presidente es un buen tipo. Son cosas del fútbol que le han pasado a varios equipos y a veces los jugadores nos llevamos la peor parte", señala. Y remacha: "Se hizo por el bien del club y mira, ahora está saneado y de vuelta en Primera División".

Julio Bernardo / Faro de Vigo

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