MARK RALSTON / AFP |
El mundo del deporte no deja de girar y eso garantiza que la rueda siempre puede meterse en el mismo bache de forma casi irremediable. El mundo del periodismo también gira, como una veleta, al mismo son que giran los aficionados. "Cada un fala da feira segundo lle vai nela", reza el acertado dicho gallego, que se puede aplicar perfectamente a lo sucedido hoy con la selección española de baloncesto en los Juegos Olímpicos. Tras la inesperada derrota ante Rusia, el sueño de repetir final ante la selección americana se desvanecía salvo que mediase una sorprendente derrota ante Brasil, una selección potente en el panorama internacional pero inferior a la española.
Dicho y hecho. España perdió. No vamos a entrar ahora a analizar si la derrota fue sin querer queriendo, o simplemente los brasileños fueron mejores, prefiero analizar la actitud de prensa y aficionados durante estos últimos días, en los que hemos podido leer a través de las redes sociales como se justificaba una posible derrota por el bien posterior que supone evitar a los Estados Unidos hasta la final. Resultaba curioso escuchar las vagas explicaciones de quienes defendían esa derrota, porque en muchos casos eran los mismos que llamaron tongo al último Celta - Córdoba, los mismos que acusaron a gallegos y andaluces de desvirtuar la competición con un acuerdo que nunca existió.
En aquel momento simplemente a los dos les valía el resultado. Podremos entrar en otras consideraciones, a mí particularmente no me gustó, pero el ascenso estaba en juego y no pensé en eso cuando estaba en Praza América. Seguramente los aficionados de la selección española y la prensa especializada tampoco pensará en esto cuando España alcance la final, si es que lo logra, pero estaría bien ver la viga en su propio ojo y no fijarse tanto en la paja del ojo ajeno, especialmente si son dos equipos que les importan un pimiento a los periodistas de Madrid.
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