Bienvenidos a Primera División


Foto: Óscar Vázquez

La Primera División recibió al Celta. El Málaga fue el encargado de introducir a los vigueses en otra dimensión futbolística en la que los errores se pagan y el rival no perdona. No mereció el equipo de Paco Herrera salir derrotado de Balaídos. Es más, si el partido debió decantarse de un lado, ese sería el de los celestes, que dispusieron de más y mejores oportunidades de gol. Pero el escaso acierto y la falta de contundencia en una jugada aislada declinaron la balanza hacia la báscula más fuerte, la más experimentada, aquella que necesita bien poco para llevarse mucho. Es cierto que las victorias morales no conducen a ningún sitio y que el Celta concluye la primera jornada con un rosco en su casillero de puntos. Pero también es verdad que la imagen invita al optimismo. No todos los días serán como este ni todos los adversarios como el Málaga. El Celta regresa a Primera y ya ha recibido su primera bofetada, pero esto no ha hecho más que empezar.
   
Apostó de inicio Herrera por un dibujo extraño. Lo que en principio parecía un trivote en mediocampo con Bustos, Oubiña y Álex López, se convirtió en un 4-4-2 con el ferrolano botado a un costado y Iago Aspas y Quique De Lucas en punta. No salió mal la jugada, pues tanto el moañés como el catalán fueron un auténtico quebradero de cabeza a la espalda de Wellington y Demichelis. En cambio, la figura de Álex López brilló menos que de costumbre tan escorado. Por su parte, Augusto Fernández dejó pinceladas de buen futbolista: vertical, asociativo y generoso en el esfuerzo, el argentino rindió por encima de las expectativas en su debut con la zamarra celeste.
   
La contra fue la principal arma céltica ante un Málaga dominador pero romo en ataque que sólo generó peligro a través de errores en la salida de balón de Bustos y Oubiña. Pese a que se fueron entonando poco a poco, no fue el mejor partido de ambos, especialmente del vigués, al que se le vio algo cansado fruto posiblemente de los problemas físicos que arrastró en pretemporada. Con su mejoría en el segundo tiempo y la mayor participación en ataque de Álex López, el Celta logró embotellar por momentos al Málaga en el segundo tiempo. Sin embargo, el carrusel de oportunidades no encontró el gol.
   
Y fue entonces cuando los vigueses descubrieron la crueldad de una categoría que no admite errores. Fabrice puso el único borrón a un impecable partido de la zaga viguesa. Después de dos mano a mano de De Lucas y varias actuaciones milagrosas de Willy Caballero, el Málaga obtenía el premio del gol. Aún habría tiempo para dos nuevas oportunidades marradas en las que la diosa fortuna no se vistió de celeste.
   
El Celta y el celtismo deben marcharse tristes de Balaídos, pero también optimistas. El equipo está bien trabajado defensivamente y es capaz de generar multitud de ocasiones ante un rival de Champions League. Resta ese puntito de efectividad arriba que pueden incorporar las futuras contrataciones. El sueño de Primera ha comenzado, aunque no de la mejor manera posible. De todas formas, aunque la historia se tuerza, si el guión va a ser así, probablemente tenga final feliz.

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