Foto: Ricardo Grobas |
Este proceso de
galleguización del equipo tuvo su máximo apogeo en la tarde-noche de ayer.
Hasta nueve canteranos, todos ellos nacidos en Galicia, formaron parte del once
inicial de un Celta que derrotó al Villarreal B sobre el césped de Balaídos.
Sergio, Hugo Mallo, Jonathan Vila, Túñez, Roberto Lago, Oubiña, Álex López, Toni y Iago
Aspas. O lo que es lo mismo, Catoira, Marín, O Porriño, Santiago de Compostela,
Vigo (por partida doble), Ferrol, A Coruña y Moaña fueron ayer representadas
por nueve futbolistas que compartían la misma camiseta. Sin duda, un motivo de
orgullo para un equipo que camina con paso firme hacia la Primera División de
la mano de una plantilla en la que la mitad de sus integrantes pertenecen a la
tierra de Rosalía de Castro. Algo muy difícil de ver a día de hoy en el fútbol
español.
Han tenido que
llegar las vacas flacas para que los futbolistas autóctonos puedan mostrar su
valía. Atrás quedan ya las épocas en la presencia de jugadores gallegos en el
terreno de juego era simplemente testimonial. Futbolistas como Pablo Couñago,
Iago Bouzón, Roberto, Sergio Aragoneses, Isaac y un largo etcédera
probablemente estén maldiciendo ahora la falta de oportunidades que tuvieron en
su momento. Sólo cabe esperar que, si finalmente se consigue el objetivo de
subir a Primera y los buenos momentos regresan, la apuesta por la cantera siga
estando presente.
Y es que así lo
merece cuanto menos, ya que la respuesta de A Madroa en estos últimos cinco
años ha sido magnífica. Con ella se evitó un descenso y con ella se está
gestando el ascenso, no en vano son hasta siete los futbolistas que
habitualmente forman el once inicial del Celta. El conjunto vigués ha conseguido
algo muy importante, crear un equipo familiar, compuesto por gente de la casa y
representante de una tierra tan bella como Galicia. Sin duda, todo un éxito que
se debería de preservar con independencia de la categoría en la que se esté.
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