Punto y aparte. Es lo mejor que puede hacer el Celta tras lo
vivido ayer sobre el césped de Gran Canaria. En el que probablemente fue el
peor partido de la temporada, los célticos pusieron fin a su racha de más de
tres meses sin perder y dejaron escapar la posibilidad de batir el récord
histórico de siete triunfos consecutivos.
Todo ello de forma merecida, aderezado eso sí con la mala actuación
arbitral y una escasa fortuna en el segundo tiempo, pero merecidamente al fin y
al cabo.
El choque fue la
repetición de muchos otros vividos en la isla. Los vigueses fueron un juguete
en manos de un Las Palmas que pudo jugar como deseaba, con el balón en los pies
de sus dos cracks, Vitolo y Jonathan Viera. Un Celta superado en el centro del
campo, donde ni Álex ni Bustos aparecieron durante el primer acto, se sostuvo
gracias al buen hacer de Oier y Túñez, de lo poco salvable en la jornada sabatina.
Ni Orellana, ni De Lucas, ni Bermejo, ni Aspas estuvieron a la altura. El Celta
fue incapaz de trenzar una sola jugada en toda la primera mitad y lo pagó con
una desventaja en el marcador de dos tantos.
El segundo tiempo
fue otra cosa. Empujado por los cambios, el Celta se vino arriba en busca del
más difícil todavía: remontar dos goles. Tuvo ocasión de hacerlo, pues estrelló
hasta tres balones en la madera con 2-0, pero la suerte de otros días fue
esquiva en la isla maldita. Toni, en un buen momento de forma, fue de lo mejor
en ataque de un Celta mucho más fluido en los segundos 45 minutos. El resultado
no acompañó, pero la imagen ofrecida en la reanudación fue bien distinta.
No hay razón para
quejarse del colegiado. Bien es cierto que no invalida el gol en fuera de juego
de los insulares, que se inventa una falta que propicia el segundo tanto y que
incluso se tragar un penalti en el área local en el primer tiempo. No obstante,
sería de necios querer justificar en ello una derrota como esta. Si el Celta
cayó en Gran Canaria fue única y exclusiva por sus errores futbolísticos,
ausentes durante tantas jornadas y que ayer salieron a la luz.
Así pues, punto y
aparte y a pensar en el Huesca. El pinchazo de esta jornada no debe suponer un
quebradero de cabeza. Estaba en los planes caer derrotados algún día y ha
tenido que ser en Las Palmas, donde se han dado una serie de factores negativos
de los que los célticos habían conseguido huir en los últimos meses. No hay
motivos para tremendismos ni para sacar a relucir cualidades adivinatorias que
aseguran que la racha nefasta del curso pasado se volverá a repetir. El Celta
ahora mismo es segundo con todavía 7 puntos de ventaja sobre el tercer clasificado,
y lo que es más importante, se ha ganado un crédito futbolístico que necesita
de mucho más que lo visto hoy en la isla para empezar a dudar de él. El que
quiera bajarse del barco puede, pero debe saber que sólo este navío lo llevará
a la tierra prometida. Lo de hoy nada más que ha sido un punto y aparte.
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