Súper Mario


Llegó a Vigo como el fichaje estrella del verano, antes de que la salida de Trashorras obligase al club a hacer un esfuerzo llamado Orellana. Bermejo debería ser la guinda de un pastel que el año pasado había estado al borde del ascenso y que había adolecido de ese delantero que diese refresco a David Rodríguez y alternativas al ataque del Celta, demasiado obstinado en el contragolpe y en el juego que favorecía al toledano.

Desde el principio vimos que Bermejo era diferente a lo que teníamos. Herrera nunca se cansó de alabarle y le dió galones, especialmente tras la marcha de Trashorras. El técnico catalán quería que Bermejo diese lo que todos sabíamos que podía dar, y algo más. En el primer partido de Liga, ante el Murcia, Bermejo jugó en una posición que le podría resultar extraña, por detrás de los delanteros, casi como media punta, organizando el juego, repartiéndolo, pero con una llegada brutal. El equipo ganó, y por delante en el marcador estaba cuando una brutal entrada en Huelva le costó más de un mes de baja por una rotura de clavícula.

Con Bermejo en el campo, el Celta ganó los dos partidos de Liga que disputó, sin él, el equipo ha logrado apenas una victoria, ha perdido tres partidos y ha empatado uno. De números de ascenso, a números de permanencia, y, casualidad o no, coincidiencia o no, Bermejo estaba en los números de ascenso. Hoy, por fin, Bermejo volvía al equipo, otra vez incrustado en esa posición de falso mediapunta, o como diría Tito Vilanova, de mediapunta mentiroso. El cántabro aportó todo su trabajo, y su inmensa calidad en pos del equipo.

Marcó un gol, pudo haber hecho otro golazo que le serviría para salir por la puerta grande de Balaídos, es decir, por la de los bomberos, si tras regatear a varios jugadores, su potente disparo no saliese ligeramente desviado. Y no contento con eso, dio el pase del cuarto a Iago Aspas. Pero más allá de su incidencia directa en los goles, nos quedamos con su juego de espaldas, su jerarquía por alto, su juego sin balón, sus inteligentes movimiento. Bermejo abre defensas y cierra heridas. Sencillamente, Super Mario.

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