Contaba De Lucas al final del partido que escucharon a los jugadores del Valladolid decir que la barrera no iba a saltar. Jaime estaba tocado, por unos problemas físicos, y colocó a muchos jugadores en la barrera, tantos que hasta le pudo perjudicar a la hora de ver salir el balón. Orellana confió en sus posibilidades, sabía que tenia que superar la barrera, que no iba a saltar, y que con eso sería suficiente para anotar. Dicho así parece fácil, pero no lo es. Orellana cumplió, marcó, celebró su gol con rabia y se ganó la reprimenda de De Lucas por hacerlo. Aún había que marcar el segundo. No hubo tiempo, pero el chileno demostró que tenemos buenos lanzadores de faltas, pese a haber perdido a Trashorras.
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